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En las plazas de Maracay no es
raro ver ancianos sonrientes hablando bajo las trinitarias, tal es el caso de
las llamadas plazas menores como la del centro, esta ciudad, a pesar de los
trescientos y tantos años que le achacan no fue más que un caserío rodeado de
fincas hasta entrado el siglo XX, como el poder se instauró decidió que la
plaza mayor fuese sustituida por la llamada Plaza Bolívar, que queda un
kilómetro al este de la antigua Plaza mayor.
En las ciudades antiguas se usa la llamada cuadricula española, donde la
ciudad se forma alrededor del centro neurálgico que para los siglos anteriores
estaba centrada alrededor de la Catedral como rasero para dividir la ciudad.
Esta Plaza Mayor fue degradada a
un papel secundario , actualmente y desde hace casi cien años se llama Plaza
Girardot en honor de un prócer hace rato olvidado, antiguamente cuando Maracay
era apenas un caserío alrededor de esta plaza quedaba el cementerio, un
hospital y todo el entarimado de oficinas oficiales alrededor, de hecho hay quien
dice que todavía pueden escucharse los lamentos de los antiguos muertos si se pone
atención, personalmente jamás he estado por esos lados a las tres de la mañana
que es la hora en que se suponen pasan las animas, sin embargo debo admitir que
el sitio es espeluznante aun a las tres de la tarde. Actualmente y por culpa de
la crisis el centro de la ciudad es desierto, unas pocas tiendas abren unas
horas al día, cerrando justo después de mediodía que es cuando el tráfico del
transporte público deja de funcionar, la plaza es un cuadrado de cien meros por
lado, en el centro hay una escultura del prócer de la independencia y en cada
esquina hay unos bancos que son protegidos del sol por sendos arboles de
trinitarias, cuyas ramas, sostenidas por un tinglado, han ido creciendo con el
pasar de los años hasta formar un fuerte techo de hijas y flores que encanta a
todos, una sombra siempre se agradece.
Esta ciudad es, entre otras
cosas, una comunidad donde las clases sociales pueden ser vistas interactuando
sin estar pendientes de lucha de clases, según algunos profesionales de las
ciencias sociales achacan esto a la poca historia de la región y a su
mezcolanza de razas producto de las distintas oleadas de emigrantes que vienen
del campo a la ciudad, de hecho a Maracay le dicen “la piedra de amolar vegueros”,
todo eso porque mucha de su población actual proviene desde las tierras del
sur, pero eso no es el asunto que nos trae hoy hasta esta historia. Una tarde cualquiera donde por alguna de las
múltiples causas posibles no hubo transporte público, como pueden imaginar eso
de caminar tres kilómetros (iba a la cuarta parte del recorrido, desde la
avenida Ayacucho hasta Los Samanes) con cuarenta y cinco grados a la sombra
agota al más pintado, por lo que tocó hacer una larga pausa en uno de los
bancos de la Plaza Girardot. Esa tarde, por primera vez, pude detallar la fauna
que pulula por aquel sitio, allí vi prostitutas, todas pobres, sucias y tan
poco eróticas que había que detallar con atención sus actividades, en el tiempo
que estuve allí vi como ofrecían sus servicios a todo aquel que las viese con
un poco de curiosidad, en seguida se acercaban al potencial usuario y al oído
(imagino) recitaban la tarifa, muy pocos clientes se negaban a contratarlas,
claro, había que ver la catadura de los interesados y de allí sacar algunas
conclusiones que no vienen al caso, todos tienen que vivir de algo y el hecho
de que yo jamás las contratase ni siquiera para limpiar el frente de mi casa no
tiene nada que ver con la validez de mis argumentos, hay para todos los gustos.
Además, por estar esa plaza tan
al centro también pululaban buhoneros, carteristas, malandros de toda ralea ,
limpiabotas buscando clientes, vendedores de cueritos, carteras, zapatos de
cuero, zapateros remendones y hasta un taller de reparación de bombillos
ahorradores había sin hablar de los vendedores de comida rápida y familias que
llevan a sus niños para que estos correteen a las infelices palomas que viven
en los campanarios de la catedral bajan a diario hasta la plaza para que
alguien las alimente, aparte de ellas y algunas otras especies animales como
iguanas y ardillas, los ancianos son la presencia constante en todos los
rincones de aquella plaza, de esos los hay desde los que tienen estampa de
mendigos hasta señores que se esfuerzan en andar como si fuesen al trabajo,
claro, con la moda de cuando tenían trabajo , casi que se puede hacer una
retrospectiva de la moda de los funcionarios gubernamentales desde los años
setentas hasta estos dos mil, los más
ancianos usan un traje que llamaban safari, algo que se supone es un punto
medio entre el traje formal y una bastarda
pretensión de tropicalización de mangas cortas , acompañado invariablemente por
una cartera de mano que llaman muy exóticamente maricometro y que no se usa
aproximadamente desde los años ochenta cuando los hombres comenzaron a usar
morrales, bolsos o maletines , sobre todo aquellos que por cualquier causa
somos peatones, los menos ancianos usan siempre trajes con el corte elegante de
las tiendas por departamento, esos que usan los
policías recién graduados o los que tienen mala suerte.
Aquella tarde en la que me vi
obligado a tomar aliento sentado en los bancos de la Plaza Girardot, en uno que
casualmente da a la fachada de la catedral, mientras estaba embobado viendo
como la luz de las cuatro de la tarde ilumina a la perfección esa fachada,
imaginando como haría la foto y lamentando no ser ducho en aquello de revelar
película de color para poder hacer la copia soberbia con la que soñaba, a mi
derecha estaban sentados dos señores muy ancianos, ambos vestidos muy
elegantemente, zapatos de al menos doscientos dólares, camisa de mangas cortas
hechas de algodón , nada de los textiles sintéticos que usan los pobres,
sombreros Panamá y pantalones caqui , lo que me llamó la atención, tanto como
para salir del sopor imaginativo que tienen todos los fotógrafos cuando hacen
apuntes mentales de los datos de una locación que quieren retratar, en este
caso saber la hora exacta en la que la luz es óptima como una forma de ahorrar
tiempo para volver y llevarse la mejor imagen que han visto sobre un sitio
determinado, la trampa normal de todos los que alguna vez trabajamos en
analógico, a mi lado uno de los señores, imagino que el más grande, a pesar de
los años y las respectivas torceduras cervicales naturales en todos los muy
ancianos, había uno de los dos que era más fornido, tenía una voz que
seguramente era potente en su juventud solo que ahora es de un tono muy ronco,
delatando un tabaquismo agudo desde hacía mil años , el hombre lanzó un ladrido
como de quien da una orden terminante, para luego soltar una carcajada no menos
espeluznante, no les vi las caras porque ambos usaban sombreros Panamá color
crema, en verdad parecían disfrazados de tan bien vestidos que se veían a media
tarde de un jueves, ciertamente allí los ancianos eran cosa común, el asunto es
que estos se identificaban de lejos por parecer salidos de un catálogo de
verano de JcPinney en pleno tercer mundo, algo extraño pasaba allí, más tarde
lo pude constatar, lo que aquellos viejos estaban a punto de conversar frente a
mí, cambiaría la opinión que tenia de mi ciudad hasta aquel día.
Escuché que se decían Coronel y
General, sin nombre de pila ni otra referencia, los generales viejos son más
prepotentes que de jóvenes cuando ya se creen dioses mayores , a pesar de la
forma aparentemente casual de su conversación se notaba la diferencia de rangos
entre ambos señores, nuca supe quién era quien, solo tengo grabada la escena.
El General era el de la voz potente, le decía al coronel que derribarían la
estación de Bomberos de la ciudad para instalar
un centro comercial para los buhoneros, algo ilógico, el mismo había
forzado la construcción en ese emplazamiento por instrucciones de la alta
autoridad, se supone que las estaciones de bomberos tienen una función
primordial y por tanto ha de estar al menos en una localización céntrica, se
suponía que nunca jamás seria excavado el fondo de aquel terreno, aquella cosa
horrenda que vivieron cuando al general (el de aquellos años) le dio por querer
construir edificios de apartamentos
justo en los terrenos del cementerio , estos los compró a precio de
rebatiña con todo y los gastos de reubicación de las tumbas seguía siendo el
negocio del siglo, como para aquellos tiempos la mano de obra más barata para
cuestiones menores eran los presos, a ellos les tocó la infausta tarea de
excavar el cementerio , todo se hacía al amparo de la noche, los presos en
realidad eran una suerte de relevo para los obreros que cobraban por día
trabajado y si los presos lo hacían gratos entonces ya se ahorraba buena parte
del dinero, ganancia inmediata.
Por supuesto, estos presos
estaban custodiados por tropas armadas, los estudiantes son gente peligrosa,
capaz de cualquier cosa para no reconocer autoridad alguna con sus estúpidos
sueños democráticos, nada tan democrático como el ejército, la segunda noche de
trabajo de presos, el fragor de los martillos, las maldiciones, las palas y los
picos fue interrumpido por un alarido, todo se quedó en pausa, solo se
escuchaba el aullido terrible de una agonía terrorífica en la oscuridad del
cementerio, tronaron las ametralladoras, el ejército se apresto para el
combate, nada que haga gritar de esa manera a un hombre puede ser bueno y todo
se mata a bala, lego de un aullido aun peor que el primero se hizo silencio, ni
las respiraciones se escuchaban así que a una voz del comandante Tarazona, la
escuadra número cuatro, haría una carga de bayoneta, lis soldados, siguiendo la
orden de su superior calan sus bayonetas y al grito de la patio se lanzan hacia
la oscuridad, de donde ellos pensaban que provenían los gritos, durante unos
instantes se escuchaba el murmullo de las voces de mando del sargento en plena
carga, luego , balas, gritos, agobias y lamentos, más silencio, en ese instante
un piquete de soldados tomó el control de cuatro camiones que arrimaron a la
vera del terreno y con los faros encendidos iluminaron el cementerio, cundió el
pánico.
Era un perro inmenso, cuyo pelaje
negro y corto lo hacía casi invisible aquella noche, lo único brillante eran
sus ojos, la quijada erizada de dientes tan grandes como corresponde a un
animal de aquellas dimensiones que también brillaba con maligna claridad, la
balacera arreció, el enorme perro corría entre los soldados y prisioneros
mordiendo a unos , arañando con sus garras a otros hasta que al fin una
andanada de metralla lo mató´ en el acto, cayó sangrando por todos los
orificios al pie de uno de los camiones, el cementerio ahora tenía unos cuantos
huéspedes no esperados, como explicar tal desastre a sus superiores , los
civiles se enterarían y culparían al ejercito de hacer una escabechina por un
vulgar perro callejero, la carrera estaba perdida, nunca ascendería a capitán ,
¿te acuerdas? Para ese tiempo eras apenas un alférez, el de la voz menos grave
pero no más amable dice, si, esa noche fue mi única acción de combate durante
toda mi vida con el agravante de que nunca jamás lo pude decir a otros porque en ello me iba la seguridad. Ambos viejos suspiraron.
Vuelve el general, eso nos abrió
camino, sabíamos un secreto terrible y eso nos hacía presos de ese secreto
hasta ayer, murió el último político maracayero que sabía lo que sucedió en el
viejo cementerio de la ciudad, ya nadie sabe el secreto y ahora esa gentuza
quiere montar un centro comercial de la peor ralea justo en ese mismo lugar,
nosotros no podemos decir nada, pero si lo dijésemos nadie nos creería, además
juramos ante la bandera que nunca quebraríamos nuestro silencio y esa gentecita
estúpida va a tumbar el cuartel de Bomberos por una necedad que quebrará de
necesidad, razón tenía el viejo Pujol allá en Choroní, en Venezuela pasa de
todo porque nadie quiere recordar nada, si hubiesen hecho eso público no habría
terminado mal, solo e celo estúpido de algunos generales hizo que se cubriera el
asunto como si nada hubiese pasado y como a todos les agrada más vivir junto a
un cuartel de bomberos que con el cementerio pues tanto mejor, nadie preguntó.
Luego del primer y único round
con la bestia furiosa abatida por los sargentos con sus ametralladoras, hubo
unos minutos de silencio que fueron quebrados por los lamentos de los heridos,
los gritos de los vivos que quieran huir de modo desesperado, cadenas, llantos,
enseguida los sargentos tomaron cartas en el asunto y ladrando órdenes a punta
de pan de machete recuperaron la disciplina, los presos sobrevivientes fueron
retirados , así mismo los heridos trasladados al espacio donde se suponía que
habría un hospital de campaña en algún momento, lo extraño era que los heridos,
por más leves que fuesen sus heridas, estaban en el mismo nivel de gravedad,
sin tener nada que ver la magnitud de su herida, si había sido tocado por el
perro estaba en un aparente trance de muerte, el por entonces capitán y el
Alférez fueron los únicos de rango mayor a sargento que estaban en pie , en
seguida se distribuyeron los roles, el capitán mandaría las tropas , el alférez
debía ir en comisión urgente hasta la casa del general y a costo de lo que
fuese llevarle hasta el sitio, eso no podía ser contado , entre el alboroto de
los hombres intentando poner orden entre tal desastre, hubo una escaramuza de
la que escaparon cuatro reclusos, nadie los persiguió , habían labores más
importantes que buscar a estudiantes comunes .
Por suerte era jueves santo y no
había casi nadie en la ciudad, los balazos los confundieron con cohetes de
alguna fiesta religiosa de las tantas de la época, fueron llegando ambulancias
con las luces apagadas, se instaló un hospital de emergencia y los muertos
fueron depositados en una carpa distinta esperando encontrar una excusa para
las familias de los muertos. La explicación de un inmenso perro rabioso, aun
siendo realidad suena a excusa loca tal como decía el general hace poco,
cuando, al llegar acompañado del alférez quien esa noche se ganó las estrellas
de teniente aun cuando le faltaba un año de carrera, el general en persona
tramitó los permisos y lo enviaron a West Point para el último año, Alemania se
había distanciado de nuestras fuerzas armadas por lo que fue la oportunidad del
momento, más tarde me ascenderían a mayor con un cargo en la capital, pero ese
es otro cuento, las ordenes no se discuten, se hizo un cerco de silencio,
inmediatamente fueron altos funcionarios de la policía quienes amablemente
informaron a la comunidad la necesidad de guardar el secreto so pena de arresto
como traidores a la patria, firmaron un documento y listo, mientras los
policías hacían su ronda, el General hablaba con el presidente (otro General) ,
yo gritaba órdenes para que se retirasen os muertos y se instaurase la calma
para terminar de sacar las tumbas que ya estaban removidas, del resto ya las
maquinas se encargaran de terminar el trabajo de día, en algún momento de aquel
instante, en el hospital de campaña, un enfermero gritaba como si lo estuviesen
destripando, de inmediato y como si hubiese una alarma, por las puertas de
aquella carpa salieron treinta hombres furiosos, a pesar de ver sus notables
heridas no sentían más que rabia, acabaron con todos los que pudieron a
dentelladas, pedradas, machetazos y en dos o tres ocasiones a balazos, nos
defendimos tan bien que los matamos a todos, lamentablemente hubo que acabar
con los heridos antes que sufrieran la misma suerte de sus compañeros , fue tal
el terror de la batalla que solo quedamos veinte hombres en pie, entre ellos el
alférez y su escuadra, quienes se habían parapetado tras la tapia del
cementerio desde donde sus armas de reglamento fueron utilizadas de modo tal
que no quedo nada moviéndose cinco minutos más tarde, el General, quien era
hombre de honor ajustició a los heridos y dio órdenes de hacer lo mismo con los
sobrevivientes del último ataque, solo aceptó que se salvasen quienes no habían
sufrido ni un rasguño por los muertos vivientes .
Tres días más tarde el ejército y
la armada emitieron un comunicado conjunto anunciando la voladura accidental
del Tango-4 (barco para transporte de tropas) que transportaba a todos los
muertos de la noche aquella, efectivamente fue una voladura pero no accidental,
la semana siguiente, el gobernador anunció la creación de un nuevo cuero de
bomberos en los terrenos del antiguo cementerio de la ciudad, hace años en
desuso, desde aquella noche somos presos de nuestro deber, anoche murió el
ultimo político, ya podemos escribir las memorias para dejarle millones a
nuestras familias, algo que puedan vender en Amazon para el sustento de las
viudas o los nietos , el Coronel asiente y agrega que él ya tiene el manuscrito
listo, este cuerpo de noventa y dos años en cualquier momento falla, tú no eres
más joven General.
Ambos viejos rieron acremente,
tomaron sus bastones, se dieron la mano para irse, yo no pude moverme del banco
en al menos veinte minutos, creía saber de qué hablaban, olvidé la hora y el
cansancio, estaba a menos de diez cuadras del sitio, me puse en pie y a pesar
de la soledad del paraje tampoco es que
tenia nada de valor para ser víctima de los ladrones por lo que igual fui , en
realidad la historia era cierta, el antiguo cuartel de bomberos estaba siendo
demolido, lo conocía muy bien pues mis padres me llevaban por allí cuando niño,
ya desde aquellos años la locación me parecía siniestra, ahora (aunque de
modo no oficial) tenía una explicación
lógica, el Cuartel de Bomberos del centro de Maracay habría sido construido a
mediados de los años cincuenta , estaba justo al comenzar la antigua calle
Pérez Almarza, hoy aún se llama igual pero desde hace años es un bulevar, está
en una calle siempre solitaria, alrededor hay algunos edificios nuevos pero
todos carecen de brillo alguno, toda la zona está sumida en una eterna
oscuridad, sobre todo cuando notas que la plaza que acompaña a la estación está
siempre desolada, no importa cuántos arques infantiles haya podido haber allí
en mis primeros veinte años de vida, no recuerdo haber visto niños jamás
jugando en esos parques, de hecho siempre que le decía a mi papá el alegaba
cualquier cosa para no estar en ese sitio más de lo estrictamente necesario,
eso de por sí ya es una pista .
Pasaron los años y apareció en
internet, cuando descubrí que tenía a google al alcance de la mano comencé a
estudiar cosas innecesariamente interesantes para utilizarlas como buenos
cuentos, algo divertido para demostrar inteligencia, en un grupo de Facebook
encontré un artículo que hablaba del sitio y comentaba que la zona tenía una
“vibra” extraña, no es como otros sitios de la ciudad, nadie sabe la razón, solo dejaban a la
imaginación sobre la existencia de un cementerio antiguo. Entre la conversa de
aquellos dos viejos y el día de hoy (2019)
han pasado treinta años y el misterio continúa. Ahora, en el sitio donde
estaba la Estación de Bomberos del centro se erige el Centro Comercial de
Buhoneros de Maracay, con tal nombre ni siquiera a los comerciantes informales
les interesa un local ni que les pongan los alquileres casi gratis quiere
trabajar allí, es terrible, pero lo más interesante es que parece no tener
bases, su estructura está soportada por un armazón de acero, algo bastante raro
dada la necesidad de espacios de estacionamiento en la ciudad. De los
estudiantes que huyeron , no encontré ninguna pista en Internet, si acaso hay
tres que figuran como posibles testigos , uno de ellos, escribió luego largos relatos de terror , sin
embargo su actividad como político era más importante que su labor de escritor.
Maracay está llena de misterios
por descubrir, desde la leyenda de los túneles que interconectaban las casas de
gobierno con los cuarteles desde los años veinte hasta fantasmas que conviven
tranquilamente con los habitantes de ciertos espacios . Esa zona de la antigua estación de bomberos nunca me agradó, ahora se la razón.
José Ramón Briceño
24/09/2021