sábado, abril 09, 2016

Chávez vive, la fiesta sigue



Las revoluciones son un mal necesario, ellas por lo general ocasionan cambios profundos en los sistemas que de no existir seguramente el mundo seguiría rigiéndose por aquellos incomodos sistemas feudales donde un fulano como yo, gracias a su origen plebeyo no podría escribir estas líneas sin ser considerado un enemigo del sistema (lo que ciertamente soy). Esta extraña “revolución” por lo obsoleto e inútil del reciclado de ideas caducas que a su vez son producto de mentes obtusas, ya ha demostrado con sobradas pruebas su inutilidad manifiesta.
 
Desde esta esquina  tampoco es que va a estallar una nueva revolución de la lógica o por mi culpa, el día de mañana explotará un conflicto inspirado en mis palabras así que por el momento soy uno más del montón de gente que detesta el esquema gubernamental. 

Siguiendo la idea de la importancia de las revoluciones para que el mundo avance, por ejemplo, podríamos hablar de la revolución francesa que a pesar de toda la brabarie y la inútil muerte de miles de franceses dejó algunos insumos utilizaqbles para las generaciones futuras así como la demostración de que era posible pensar en un sistema político ajeno por completo a la idea monárquica (a pesar de Napoleón quien destrozó todo para volverse emperador). Sin ella no hubiesen habido movimientos independentistas en ninguno de los países de este continente o cuando menos no justificación ideológica para mantener la lógica de las carnicerías ni las barbaridades de estas guerras. La tradición republicana de mi país nació en francés y fue adoptada en cientos de proclamas por los líderes militares de su época, de no haber existido aquella cosa barbárica que hicieron en Europa, el asunto de la guerra de independencia hubiese tardado unos años más.

Al final el problema no son las revoluciones en sí mismas, es el falso idealismo de quienes se hacen con ellas lo que las mata de a poco, pervirtiendo así el espíritu de las mismas y toda aquella avalancha de buenas razones que impulsaron toda la maquinaria bélica, propagandística e ideológica que las impulsó hasta ganar. Si hablamos de revoluciones fallidas podríamos nombrar sin temor a equivocarnos de la que hicieron  los cubanos, todavía recuerdo a mis tíos universitarios hablando con cierto orgullo de fidel y compañía, aquella rara atracción con la izquierda y sus promesas, tanto así que hasta presidentes venezolanos de supuesta filiación derechista eran muy cercanos al tal cubano, como Carlos Andrés Pérez, por nombrar alguno.

La realidad -más allá de los lloriqueos por bloqueos, boicots y odios supuestos de toda la comunidad internacional contra su régimen, esa manía de la izquierda de cometer atrocidades para luego decir que eran hechas de buena fe y que los “malos” son los otros, los pitiyanquis- era que mientras los allegados al poder terminan millonarios, el resto de la población malvive con sueldos de hambre, tanto como para arriesgarse de cualquier manera para escapar del martirio del día a día del cubano promedio, cuando no terminar siendo una sociedad de proxenetas y meretrices que intercambian sexo por dólares (unos pocos) productos de aseo personal o ropa de moda, cualquier cosa es mercadeable por el sexo o quien sabe que más, tanto así que la excusa original de la revolución cubana era liberar al país del yugo yanqui que los había transformado en el burdel del caribe para terminar siendo lo mismo solo que con más hambre.

Acá no pasa muy distinto, quizás lo único diferente es esa marcada tendencia a lo criminal que parecen tener muchos compatriotas. Para no terminar en el lugar común de insultar a ministros y malhechores conocidos voy a citar un par de ejemplos anónimos cuyos relatos he escuchado de muy buena fuente, esa cosa terrible aunque no novedosa de policías que extorsionan a los vendedores callejeros y si no les dan su coima pues o le decomisan la mercancía o la rematan bajo la excusa del acaparamiento, en cualquier caso el pobre hombre pierde la mercancía, quizás lo que más tristeza da es como los transeúntes se aprovechan de la miseria del tal buhonero que (digamos) vende frijoles a 700 bolívares el medio kilo (que por cierto es el mismo precio de los establecimientos comerciales) y todo aquel que puede comprar la mercancía robada por las autoridades lo hace sin un ápice de compasión por el hombre (o mujer) a quien le acaban de quitar el sustento de la semana, lo peor es que hasta felicitan a los “agentes del orden” aun sabiendo lo ilegal del procedimiento, el ciudadano agredido tampoco puede hacer nada pues lo más factible es que termine preso sin juicio y hasta sin orden de encarcelamiento por tiempo indefinido, lo que causaría todavía más daño a la economía familiar ya que para sacarlo de la cárcel habrá que encontrar bastante efectivo que engrase los engranajes que impulsan la mala praxis policial que de tan común se ha vuelto modus operandi, por aquello de su similitud con el hampa.

En ese mismo orden de horrores relativos a los agentes la ley, un ciudadano, familiar cercano de una muy buena amiga fue secuestrado al salir de su empleo, el hombre trabaja como gerente general de una joyería en la isla de Margarita, al salir un agente lo detiene por ser supuestamente cómplice en el robo a una mujer quien lo acusa falsamente pues a la hora que declaraba haber sido robada el acusado estaba en plena faena laboral, cosa que hacia altamente improbable la acusación. El asunto se pone más feo cuando al señor le quitan su Iphone 6, la billetera con varias tarjetas de crédito así como una generosa suma en efectivo por haber cobrado esa misma tarde y que llevaba encima al salir de su trabajo teniendo la pretensión de ir el domingo temprano a hacer compras en el mercado libre donde no se aceptan tarjetas de ningún tipo.

Una hora después del arresto aparece la familia del acusado en la comisaría, comienza el papeleo y la discusión, la acusadora al verse descubierta  retira la acusación y logran poner en libertad al señor quien al reclamar sus pertenencias fue amedrentado por el oficial que había hecho el arresto, quien de plano negó haberle quitado nada al ciudadano y este prefirió irse en paz antes que terminar peor, es un asunto peligroso acusar a un policía si no se tiene protección adicional ya que cualquier cosa le puede pasar al acusador o a su familia, es uno de esos casos donde perdiendo ganas.

Estos dos hechos demuestran sin asomo de dudas cuan indefensos somos los ciudadanos, las cosas de una revolución pervertida que ha trastocado el orden natural enarbolando la bandera equivocada, al igual que los cubanos, muchos cayeron en la trampa de creer en las promesas de una manga de resentidos sociales que se han rodeado de iguales para hacerse millonarios mientras la gente de trabajo termina de mendiga, además de indefensa ante unos cuerpos del orden y la ley cuyo actuar se parece más al de un ladrón con permiso para delinquir. 

Mientras escribo estas líneas no puedo dejar de pensar en “Chávez vive, la lucha sigue”, sobre todo porque su traducción debería ser “Chávez ha muerto, pero la fiesta sigue”, el problema es que la fiesta tiene animo de velorio y la gente inteligente no está invitada a participar del festejo.

                                                                                                                        José Ramón Briceño, 2016
@jbdiwancomeback
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