domingo, julio 12, 2015

Domingo sin resurrección

Domingo sin resurrección

Mañana es lunes, no sé por dónde comenzar a quejarme, la desesperanza de la calle se ha instalado definitivamente en mi cabeza, lo que antes daba por descontado ya no existe más, he querido pensar que mi depresión me hace ver todo gris, sin embargo al conversar con muchos en la vía me he dado cuenta que existe más gente  que también piensa como yo. Algunas personas de verdad le han tomado tanto cariño a la situación que la tienen como normal, otras pues tienen tal capacidad de abstracción que olvidan por completo todas las dificultades y se concentran simplemente en sobrevivir como mejor puedan, sin depresiones visibles pero si con un marcado sino de abuso de alcohol que por ser socialmente aceptado pues pasa desapercibido como signo de un declive en su ánimo, total, la mayoría de los borrachos son felices mientras el licor hace su efecto.

Este país ha dejado de ser lo que antes fue, un espacio para que todo aquel que lo quisiera desarrollase su potencial hasta lograr lo que deseara con su vida, realmente es una nación de zombis que están pendientes de cualquier cosa menos de lo importante, vivir. No hay quien no comente las barbaridades del gobierno, tampoco existe gente que no haya sido tocada por la crisis, desde aquellos que no pudieron viajar nunca más en sus vacaciones (lo menos trágico) hasta aquellos que han visto truncadas todas sus esperanzas gracias a la pésima administración, en ese cumulo de gente hay desde profesionales que tienen que vivir con sus padres ya que el sueldo no les alcanza, otros que no les queda más remedio que tener por casa una covacha más cercana al retrato perfecto de la miseria ya que su sueldo tampoco le alcanza para tener una vivienda digna, los enfermos de toda una diversa gama de enfermedades  que van desde una deficiencia coronaria hasta el cáncer pues por la limitación de divisas no hay medicación, los padres desesperados que no pueden dar de comer decentemente a sus hijos ya que lo que ganan no alcanza ni para que coman carne un par de veces cada quincena, los profesores que ganan menos que la señora de la limpieza con todo y los posgrados que ostentan, los abuelos desesperados pues la pensión los tiene en la eterna duda entre comer o comprar medicinas, los recién graduados que venden su alma por un pasaje al extranjero, los deprimidos a quienes no les alcanza para poder pagar una cita con un buen psiquiatra que los trate, los enfermos que mueren todos los días en los hospitales pues no hay insumos para su salud, todos aquellos que andan en peregrinación para encontrar la manera de operarse una dolencia y todos los que por razones de espacio no nombro pero que todos sabemos quiénes son.

En fin, mi país de cielos azules, de gente alegre, de desbordante felicidad donde todos éramos amigos del alma a la tercera cerveza, de optimismo a prueba de todo ha desaparecido, en su lugar tenemos una nueva distribución social que está entre quienes se quieren ir a como dé lugar, quienes se han quedado solos pues todos se les han ido, en esta categoría están muchos padres, abuelos y familiares que han dejado su corazón en algún avión con destino a otra tierra sin fecha de regreso, están los que viven solamente por vivir sin pensar en nadie más que en su provecho inmediato y por ultimo quienes viven del mal vivir aprovechándose de la inmensa cuota de impunidad que destilan los cuerpos de seguridad del estado, allí moran desde funcionarios policiales hasta los altos cargos del gobierno que se han fundido con toda clase de mal vivientes de cualquier calaña imaginable.

Al final la verdad no le veo más final que el de dos pasajes de avión con camino a la esperanza, de amigos o familiares solidarios con los cuales endeudarme no solo de manera económica, también de esa otra forma que solo se puede demostrar devolviendo el favor de múltiples maneras pues las deudas de honor son de carácter invaluable, no volver y dejar mis recuerdos para ser rememorados en alguna conversación en alguna parte del mundo donde la amenaza sea una posibilidad remota y no esta certeza maldita en la que vivimos todos los venezolanos.
José Ramón Briceño, 2015
@jbdiwancomeback




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