Viernes negro
Poco
a poco nos han ido cercando hasta tenernos con el agua al cuello, sin dinero,
sin comida, sin la posibilidad de comprar con lo poquito que uno gana y por si
fuese poco, la mayoría de los pobres tenemos título universitario, si no me
creen pregúntenle a cualquier mototaxista cuánto gana al mes, no se sorprenda
cuando sepa que gana más en una semana que un médico especialista en un
hospital público, ni decir nada de un profesor de cualquier nivel educativo en
este país, si hablamos de otros oficios la cosa se pone mejor, hasta los “bachaqueros”
(vendedores informales cuyo fin es solo vender artículos del mercado negro
hasta seis veces su valor de fábrica).
La
verdad eso de hoy ya lo veíamos venir, con un petróleo a menos de 40 dólares,
una deuda externa grotesca y la peor administración publica en los últimos cien
años, lo que nos debe sorprender es que aun nadie se halla empezado a comer a
los gatos y a los perros callejeros. Muchos se hacían un sacrificio , viajaban
y traían el efectivo, bien sea para lograr reunir el inicio de una nueva vida
en otro país o para asegurar algún ahorro que le permitiese campear los malos
tiempos ya que ahorrar en moneda devaluada no es negocio pues cada día el
dinero acá pierde su valor en porcentajes sorprendentes.
A
esos que viajaban les llamaban “raspacupos” , los satanizaron hasta más no
poder, los persiguieron pero a nadie se le ocurrió decir que ese gasto en dólares
apenas era el 6% del total de divisas que recibía el banco central por la venta
del petróleo y era cuando menos el 80% menos del gasto de los personeros del
gobierno en sus constantes viajes al extranjero además claro de sus peripecias
publicitarias en todos lados, incluidos los animalejos europeos, esos ya no van
a ningún lado, no solo eliminaron más del 50% de los dolares del cupo, como ya
no es casi denigrante tener que hacer todos los trámites para una vaina que al
final la pagamos igual, nadie regala nada, ahora solo valen las tarjetas de la
banca publica para poder viajar y (oh sorpresa) nunca hay ni siquiera tarjetas
de debito en esos desgraciados sitios.
La
cosa no se queda ahí nomás, todavía hay otra parte, de esos viajes la gente
podía traerse equipos de trabajo (computadoras, cámaras, accesorios y hasta
repuestos) ahora solo podrán los enchufados millonarios, más escasez, lo poco
que queda decuplicará su precio por la razón simple de las reglas del mercado,
mucha demanda y poca disponibilidad infla cualquier precio, eso incluirá
calzados, vestido, equipos electrónicos, equipos médicos, repuestos para vehículos
y hasta neveras domésticas (una pequeña cuesta casi veinte sueldos básicos ya) .
Imagino
que quienes viajen lo harán para no volver, seguramente tienen familia o amigos
que los ayuden en los primeros meses, despues tendrá que soltarse , lo único que
espero es que tengan la buena disposición de quienes los ayudaron y ayuden a
los demás.
Otra
cosa, todos están esperando un “estallido social” esa vaina no pasará hasta que
los conspiradores dejen de pensar en sus libertades individuales, dejen el
miedo y se amarren los pantalones, además, los estallidos no suceden por
generación espontánea, se necesita una dinamización que nadie hace, de eso
saben bastante los izquierdosos y se han asegurado de cerrar el cepo antes que
nadie salte, mientras los pobres sean un poco menos pobres por vender un
paquete de pañal desechable o un kilo de café nada va a cambiar, mientras los
opositores sigamos siendo los buenos de la partida, siempre a merced de los bárbaros de rojo, mientras la clase media (muy justificadamente) se siga yendo
en hordas para no volver, mientras los chavistas-maduristas-comunistas pupú de
perro sigan escudándose en una falsa inocencia, mientras existan inconformes
que por su sueldito no digan nada, seguiremos jodidos, por cierto, cualquier
cosa que quieran donarme me la pueden mandar a través de la cuenta paypal que
está en el lado derecho de este blog, quizás así pueda reunir lo suficiente
cuando menos para pasajes y comida , para irme con mi gente donde pueda dejar
de recordar que alguna vez viví acá, mientras pues seguiré en mi esquina
gritando las cuatro cosas que nadie dice.
José
Ramón Briceño, 2015
@jbdiwancomeback
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