lunes, noviembre 24, 2014

"Un Mundo Perfecto" (fragmento)


Entre tanto caos, tanta política, descubrí algún tiempo para escribir otras cosas, como este fragmento que les presento a continuación, es apenas una muestra de mi primera novela (o eso quiero creer), si embargo es un ejercicio de literatura larga que me llevó 190 paginas, toca rendirse ante la evidencia de escribir es un ejercicio bastante divertido. La novela se llama "Un Mundo Perfecto", trata sobre la historia de un maduro de mediana edad que pasa su "crisi de la mediana edad" de manera un tanto particular.

...En el hotel, se conectó vía skype con la familia, habló con sus hijos y hermana para luego caer dominado por la resaca, durmió catorce horas de un tirón, tuvo una pesadilla, en ella estaba sentado al pie del salto Ángel, se le presentó un tipo de dos metros, vestido como un explorador inglés del siglo XIX, de estampa más bien nórdica, con acento maracucho, el mismo le invitó un porro (cigarrillo de marihuana), Hugo, en su sueño lo aceptó, dijo haberla probado cuando hacía su posgrado de  física nuclear y por ocio entraba de oyente al doctorado de biología molecular en la Universidad de Oxford, fue con unos compañeros canadienses, también maestrantes , dijo sentirse tan cómodo con la idea del porro que se lo fumó sin pensar, en seguida sitió una paz difícil de explicar, de pronto desapareció todo y solo escuchaba la voz del gigante maracucho que le decía, entre risas que se dejara de esa vaina de negar a Dios, que no importaba que supiera la verdad, pero que la gente lo iba a rechazar y terminaría en loco.

Hugo por supuesto lo negaba todo, creía firmemente en la verdad científica, el gigante se burló espléndidamente y le comentó que era famoso en la otra dimensión, ya habían hecho apuestas en el bar sobre si terminaba loco o era aceptado, él le dijo que se había metido en sus sueños sólo para obligarlo a reflexionar por ese tema, también le dio la razón, ciertamente la iglesia era un parapeto y todas las religiones una farsa, pero que los humanos normales eran felices en su mediocridad, no tenía sentido sacarlos de su error, que hace más de dos mil años humanos se intentó hacer cambiar a la gente y cada tanto algún enviado bajaba a intentar hacer su parte, pero nada, la gente prefería matarse por pendejadas, crearon sus religiones, las convirtieron en guetos, se inventaron libros sagrados, los usaron para matarse y hasta allí la cosa, se decidió, desde este siglo XXI, dejar la vaina a los humanos, en algún momento todos se morirían o se matarían y allí comenzaría una nueva tarea.
Mientras tanto en la otra dimensión, decidieron dejarse de peleas entre “buenos y malos” satanás hizo una apuesta con Jesús, el Dios padre dio su aprobación y ahora pues ustedes (los humanos) son una versión macro del juego ese de Sim City, cada uno es un personaje y lo manejan según el estado anímico de su controlador, esa es la razón para tanta locura, por eso ahora Cuba (Coño cuba jajajajaja) es miembro del comité de derechos humanos, los chinos ya no son comunistas, Venezuela es una provincia más de Cuba, los iraníes pronto abandonarán la fe musulmana, quien quita si las carmelitas descalzas terminen siendo una transnacional del sexo con todo y canal porno.


Hugo se despertó a media mañana, sudaba como poseso y agradeció el lexotanil que no se había tomado desde que, en el aeropuerto de Venezuela hace unas semanas estuvo a punto de batirle por la cabeza a un guardia la computadora cuando este pretendió hacerla encender para ver el contenido de los documentos que portaba, igual le gritó, lo insultó y hasta lo amenazó, pero gracias a un joven teniente, hijo de un amigo de la familia lo sacó del apuro,  le recomendó tomarse dos pastillas para bajar la presión y la bronca, ahora se tomó tres de seis miligramos, no se quedó quieto hasta que se sintió relajado, como en el sueño, tomó nota mental y decidió visitar Uruguay apenas pudiese para probar ese milagro sin quebrantar las leyes, se bañó, vistió y salió al encuentro pautado el día anterior con su nuevo amigo, el cura....

Foto José Briceño, @plurifotos




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