jueves, octubre 09, 2014

Costumbre, revolución y colas


Hace dos noches vi con espanto a través del tuiter como se organizó una balacera con saldo de muertos en pleno centro de la ciudad capital (curiosamente) un rato después que un fulano líder de uno de los “colectivos” hizo algunas declaraciones comprometedoras para el gobierno. Como de costumbre llegué tarde a la noticia, sin embargo eso me permitió hacer cierto juicio pues al parecer el gobierno declaró públicamente que el tal directivo del “colectivo” que cayó bajo las balas de la policía era un delincuente, el detalle está en que muchos tuiteros comenzaron a publicar fotos del hombre en cuestión con mucha gente importante del régimen, lo que los deja desnudos en su mentira, hasta donde se ningún hijo de vecina, así, de gratis se fotografía con la esposa del presidente, con el embajador de Irán ni con los más altos jerarcas, a menos claro que tengan alguna filiación por alguna parte.

Mientras comentaba eso anoche con mi novia, decidimos ir a una farmacia de esas grandes que abren toda la noche, la señora estaba antojada de comer helado y yo como buen caballero me ofrecí a comprarlo, al llegar al sitio había una cola bastante grande en la puerta, al acercarnos a preguntar si podíamos comprar el fulano helado, la vigilante nos indicó que debíamos hacer la cola pues había desodorante, champú, jabón de baño y pañales, razón por la cual debíamos esperar nuestro turno como todos. Por supuesto no hicimos tal cola y mi novia se quedó sin el helado, con la subsiguiente tanda de insultos para todos por la monstruosidad de hacer una cola a las ocho de la noche para comprar una cosa que antes estaba al alcance de la mano.

Eso me hizo pensar ¿Por qué con todo lo que pasa no pasa nada? ¿el estado se ha quedado con los pantalones abajo más de una vez en su asociación con el hampa y a nadie parece importarle?  Ahora buscar pañales desechables (de los malos o buenos no importa), jabón de baño, jabón en polvo, champú y otros productos de cuidado capilar, afeitadoras, café, azúcar, carne de res (a buen precio) y hacer el mercado con lo que se encuentra sin que se encuentre la manera de comprar de todo y nadie se acojona o por lo menos protesta de alguna manera ¿Qué pasa en mi país?.

Creo que esa pregunta es bastante común entre todos los que caminamos por estas calles, creo que la respuesta está inserta en un vocablo que casi nadie usa “Resilencia” que significa :  Convencimiento que tiene un individuo o equipo en superar los obstáculos de manera exitosa sin pensar en la derrota a pesar de que los resultados estén en contra.

Es decir te acostumbras a todo y le buscas la vuelta para intentar sobrevivir sin mayores tropiezos, aun cuando esto signifique una cantidad considerable de obstáculos que te obligan a ser sobreviviente en vez de un ciudadano. Esa es la herencia del galáctico y su corte interplanetaria, quienes han logrado elevar las barreras hasta niveles insólitos, por ejemplo, la lista Tascón, los carcelazos, la represión, la censura y pare usted de contar, eso sin hablar de los retrocesos que se han obtenido cada vez que se intenta algo y la  muda grita para pedir lo contrario quien sabe por cual razón.

 Eso de la resilencia se puede traducir en desesperanza, cuando na hay una salida a la vista, mejor dicho, cuando la única salida posible está imposible, la gente decide vivir como mejor puedan, lo demás será parte del tiempo perfecto de dios como muchos dicen por ahí. Nadie sabe ni sabrá jamás la verdad sobre los tales colectivos, seguramente habrán ordenes giradas para que los involucrados del lado oficial desaparezcan en alguna oficina, quizás hasta un premio les den por muertos del bando “enemigo”, eso la verdad no es mi problema, lo que si es mi problema es que estamos gobernados por una sarta de incapaces cuyas capacidades de destrucción sistemática y criminal las tienen a flor de piel mientras los ciudadanos estamos atrapados entre las balas, ya desesperanzados o resignados a hacer una colita para los que necesites en tu casa, a que el sueldo no se te acabe sin poder comprar lo poco que se encuentra y que de paso te alcance para medio comer en la quincena, rogar a todos los santos posibles que nadie se enferme pues no van a encontrar las medicinas o no van a poder pagarlas, pero la revolución avanza como el virus de la Chicunguya, tranquilo que a quien el estado no ha jodido ya lo hará, al igual que el fulano virus que nos ha terminado de rematar, encima de pobres, desmotivados, amenazados, asustados ahora pues tuyidos por un virus que oficialmente no existe, más allá de la propaganda.
José Ramón Briceño, 2014
@jbdiwancomeback


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