jueves, julio 03, 2014

La economía y los hijos

Recuerdo que cuando era niño me burlaba de mi abuela y de mis tíos que decían como eran los precios en su juventud, pensaba (como niño al fin) que su tiempo estaba tan atrás que era casi normal la depreciación, no con esas palabras exactamente pero en resumen era algo así, todo lo relacionaba con lo antiguo y por tanto obsoleto, sin embargo no recuerdo ninguna visita al mercado sin que saliera triunfante con galletas y revistas, ella rezongaba y hasta decía que mi manía no me iba a llevar a ningún buen lugar, decía que eso de la lectura era una cosa muy bonita para entretenerse antes de dormir pero que fuese pensando en cosas serias, lamentablemente jamás le hice caso y termine escribiendo estas líneas y haciendo muchas cosas que si bien impresionan a muchos, en mi familia son tratados así como si de una deficiencia mental se tratase, cosas que pasan. Vuelvo al tema, yo pensaba que la depreciación eran cosas de viejos, esos que se reían pensando que su casa le había costado lo mismo que su ultimo vehículo, que podían planificar cualquier cosa, hasta tengo un tio que tuvo su propia clínica.

Los primos y familiares viajaban, yo tenía una colección impresionante de vehículos TONKA con los que inventaba cualquier cosa y la verdad no recuerdo ninguna escasez como las de estos días, todos se quejaban pero al final con un  poco de esfuerzo se lograban las metas de casa, carro, comida y estudios, los viajes no eran imposibles, pero no sé por cual razón en aquellos tiempos en mi familia se veían como una cosa del otro mundo.

Hoy día entiendo aquellas remembranzas de los adultos de mi infancia, sin embargo, lo “gracioso” es que mi abuela hablaba de décadas, ahora de meses, por ejemplo, hace dos años yo ganaba casi lo mismo que hoy día pero el sueldo alcanzaba hasta para escaparse a la playa un fin de semana sin el cargo de conciencia por dejar alguna deuda afuera por el desliz, se cometían excesos alguna que otra vez, no hacia mercado de susto, esos de calculadora en mano y selección de cuartel para lo que se lleva, mi hija era feliz con lo que necesitaba y un poquito más, ahora pues la cosa se puso de miedo, ya comer en la calle no es una opción a menos que se mate un buen tigre en la vía, los mercados son de susto, los viajes a la playa producto de algún otro tigre, el sueldo ni para sobrevivir alcanza.

Me he sorprendido contándole a mi hija como eran los mercados cuando yo era un muchacho, mientras estábamos de compras, bueno seleccionando lo que nos íbamos a comer para malbaratar mi quincena en la cena de ese día, le contaba que hace años había margarina, mantequilla, le decía que cada pasillo del supermercado tenía por lo menos seis marcas de cada producto y uno seleccionaba su compra según su deseo, que mi abuela me tenía verde pues si no era tal o cual marca la señora me hacía volver al mercado a cambiar el producto y si la marca que quería no estaba allí lo cambiase por cualquier otra cosa.

Ella no lo podía creer, se reía como solo los niños pueden hacerlo y me dijo muy seria ¿Cómo en México papá? ¿Era como los súper de allá?, yo le dije que sí, pero que más modestos (los amigos que se han dado una vuelta por allá pueden dar fe del gigantismo comercial de por esos lados), ahora me pregunto yo, ¿Cómo le explico a una niña este lio económico?, ¿eso de que somos pobres? Cuando ella sabe que papá y mamá son profesionales universitarios con empleo y teóricos beneficios, que mientras la realidad es otra en otros países latinoamericanos esta es la peor.

He intentado explicarle la cosa evitando caer en la disertación escatológica sobre la dirigencia de este país, creo haberlo logrado, sin embargo en esta misma semana la sorprendí comentándole a una vecina que “mi papá dice que todos los chavistas son imbéciles”.

Me entristece no haber tenido argumentos para regañarla pues es la verdad, hoy leo que estos han traído un economista cubano para que “arregle la economía”. Ha cambiado desde el momento en que leí esa noticia, todo mi plan vacacional, desde mañana le busco escuela de natación a mi hija, comenzaré a bajar cartas náuticas del internet, pediré a los amigos del extranjero que me manden algún aparato GPS barato y usado, venderé alguna cosa para comprarme mi balsa colemán , por que  la vaina se pondrá peor y estoy seguro que nadie hará nada tampoco, lo que hace falta nadie lo tiene y por tener un bozal de petróleo los que lo tienen no lo prestan.
José Ramón Briceño, 2014
@jbdiwancomeback




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