En
Venezuela siempre hemos oído que “la cosa está difícil”, en mi caso me ha
tocado vivir como quince devaluaciones, viernes negros en sus múltiples
variantes y hasta una supuesta revaluación que terminó de matar a mi moneda,
ciertamente hay mucho por lo que andar molesto, desde el peregrinaje para
encontrar cosas tales como margarina, aceite de maíz o de soya, harina de maíz pre
cocida, desodorantes decentes más allá del espantoso mum bolita que perece
venir con su respectivo violín incorporado, afeitadoras, champú, queso, bebidas
cero calorías de esas que vienen en sobres para preparar (debo confesar que
odio las gaseosas Ligth) y pare usted de contar.
Sin
embargo veo con cierta preocupación como hasta los vicios sacrosantos, de esos
que muchísimos hacen ascos pero otros tantos estamos empeñados en matarnos, por
ejemplo, yo todavía no puedo ser gente hasta no tomarme un tazón de café negro
mientras me fumo un cigarrillo de mi marca preferida, me gusta tomarme un buen
licor los sábados por la noche, sueño con volver a salir de tragos con los
amigotes sin que esto suponga la perdida de mi quincena entre trago y trago, me
agradaría mucho salir estas vacaciones con mi familia a algún destino (aunque
sea para Margarita) sin tener que quedarme en casa de ningún familiar y verme
obligado a soportar la hospitalidad de nadie por más de 24 horas, no es que sea
desagradecido, es que me gusta aislarme a veces y casa ajena obliga a cumplir
costumbres ajenas.
Veo
con preocupación cómo una vulgar caja de cerveza retornable me cuesta casi la
cuarta parte de una quincena, una punta trasera ni hablar, las parrillitas de
domingo en la tarde se han vuelto lujos de difícil ejecución, los restaurantes
aunque sea una vez por mes son lejanas posibilidades para muchos, a menos claro
que metas en ese lote a las comidas callejeras y a los comederos del centro de
la ciudad, esos de menú ejecutivo y comida simple pasada con una gaseosa
cualquiera,
Saco
la cuenta mensual
20
cajas de cigarrillos= 1.200
2
kilos de café= 400
3
cajas de cerveza (retornable) =4.500
Vino
chileno (Merlot o Cabernet Sauvignon) 600
(del barato)
Vodka
Smirnof 1.100 Gordons (de la sucursal rusa de los medanos de Coro) 260
Wisky
“Etiqueta Roja” (muy bueno para destapar cañerías) 1.500
Ron
“Pecho cuadrado” en presentación de 700cc. 350
Cena
en restaurante decente, para dos, sin vino ni champán, si acaso con una jarra
de sangría de dudosa procedencia 3.500
Amigos,
como ven ser un hombre feliz en esta tierra ya es complicado con las cosas
normales del vivir, pero si le agregamos los vicios tan necesarios para los
rituales sociales y hasta para lidiar con el estrés, la cosa se pone cuesta
arriba. Algún lector me saldrá con eso de la vida sana, sin vicios ni nada que
me apure un poquito el camino a la tumba, pero seamos claros, acá si no te mata
el chingo lo hace el sin nariz.
El
agua corriente es potencialmente asesina, la embotellada al parecer también, el
azúcar te produce obesidad y diabetes, el sol produce cáncer, igualmente dicen
por ahí que el desodorante también pone so suyo, los condimentos, la sal genera
hipertensión y te puede dar un infarto, el sexo (divino vicio) te puede
contagiar SIDA, el estrés te causa cientos de enfermedades entre mentales y
físicas, si por casualidad sobrevives a todo eso aún queda el hampa, lo caro de
las medicinas, la escasez de las mismas, los hospitales miserables. Si decides
hacer algún deporte igual el hampa y el alto costo de la vida harán complot en
contra de ti, entonces he decidido ser consecuente con mis instintos, dejarme
seducir con los vicios (controlados claro) seguir trabajando, todo eso para sobrevivir
un rato más pues entre tanta violencia, escasez, emergencia con esta economía de
guerra perenne, el hampa, el calor y hasta el susto que presupone vivir por
acá, estoy seguro que entre tanta cosa un cigarro y un café me harán menos daño
que no tenerlos, aunque la cuenta sea tan grotesca que moleste pensar en ello,
sin embargo sale más barato que cualquier tratamiento médico para la locura.
José
Ramón Briceño, 2014
@jbdiwancomeback
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