sábado, marzo 08, 2014

Racismo zoocialista del siglo XXI


El clasismo es un invento absurdo de los marxistas trasnochados, ellos aún no se han dado cuenta que todo ese invento de la lucha de clases funcionaba muy bien en la Rusia Zarista o en cualquier otro país adonde existen clases determinadas por títulos nobiliarios, acá, en Venezuela en cualquier barrio vive algún catire de ojos azules cuya fisionomía está determinada por algún abuelo alemán, italiano, francés o de cualquier otra nacionalidad, alguno de los millones que se refugió en estas tierras gracias a cualquiera de las guerras que asolaron a Europa en el siglo XX.

Aquí no hay condes, aparte del “Conde del Guacharo”, si hablásemos de clasismo el mentado conde no se presentaría en hoteles de lujo como lo hace, sus chistes son de lo más vulgar que uno se puede imaginar, el uso de palabrotas lo decuplica el señor en cada una de sus presentaciones, sin embargo igual la familia de la urbanización más elegante de la ciudad se mezcla en sus risas con el clase media endeudado por su tarjeta de crédito para pagar entrada y servicio de Ron, el que tiene un amigo que le consiguió la entrada de cortesía y si acaso consume un trago con una bandeja de tequeños y le obliga a la novia a pasar una botella de Ron en la cartera para surtirse sin gastar, es ilegal pero el venezolano es así, son las mismas carcajadas que se oyen en los barrios adonde (por alguna razón que aun no entiendo) compran el disco en versión pirata y hacen una fiesta oyendo la hora integra de la sarta de babosadas del hombre. Total burguesía y plebe se unen en la carcajada común del chiste fácil.

Este sencillo ejemplo demuestra que la posición oficialista es una muestra más de su ignorancia y la de sus seguidores, esperar que el vecino por catire, pelirrojo, chino, negro, malandro, colombiano, sueco, portugués o de cualquier otra nacionalidad sea diferente por mucho con nosotros es una soberbia idiotez, es más, si nosotros fuésemos como los gringos de las películas tendríamos que presentarnos con una cartilla para no repetir hasta el cansancio la letanía de los ancestros, acá todos tenemos por lo menos un par de extranjeros mezclados en el genoma.

Se preguntaran por que escribo esto, la verdad estoy algo más asustado, resulta que tengo una hija rubia, gracias a la mezcla genética de la que les hablo, no nos envanecemos por eso, tanto su madre como yo estamos más contentos por la brisa fresca que presupone su presencia, tanto así que dejamos a un lado las naturales diferencias de los señores divorciados que somos, en pro de la crianza de ese ángel que nos ha tocado en suerte, per de seguir todo esto ¿Qué vamos a hacer con eso de su color de piel y cabellos?, ¿Cómo la criaremos en este clima de xenofobia y racismo?, ¿Cómo será marginada en el futuro gracias a su “accidente” genético?, eso me tiene aterrado, el futuro cada día lo veo menos claro. Ya no es solo un asunto económico, también lo es social pues si el estado provoca y apoya esas acciones, otros venezolanos tan criollos como mi hija las pasaran muy mal.

Creo que es momento de que TODOS nos hagamos eco de esto que sucede pues estamos cerca de tener una absurda guerra racista, de acá a poquito los estúpidos del PSUV dirán que todo es culpa de los extranjeros y cualquier imbécil la pagará con el primer pendejo que se tropiece en la vía y este tenga otro tono de piel, eso señores es peligrosísimo pues en el entendido de que hay muchos padres como yo por ahí sueltos, no nos quedaremos de brazos cruzados, algo malo puede pasar. Por proteger a los hijos somos capaces de cualquier vaina.

Imagino que todos los que provocan, apoyan, impulsan y organizan este nuevo fenómeno son indígenas que jamás se mezclaron con otras razas, seguramente del shabono desde donde despachan en Miraflores, el piache ha ordenado “limpiar” el país de los infieles “sifrinos”, seguramente se sienten ofendidos por que no saben muy bien que ellos son los absolutos culpables, además sus amigos Chinos, Bielorrusos, Cubanos u Sur Coreanos les han hecho ver la verdad de lo beneficioso de los campos de concentración y las guerras con cualquier excusa, claro, también sabemos que desde el mismo shabono desde donde despachan mandan a sus hijos y familiares al asqueroso extranjero adonde podrán estar tranquilos y quizás hasta “mejorar la raza” con alguna catira o catire del viejo continente.
José Ramón Briceño Diwan, 2014
@jbdiwancomeback




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