Hoy me levanté con ganas de hacerme el loco con el asunto
político, esto me tiene al borde de un ataque neurótico, tanta cosa rara
sucediendo, tanta mentira pasando, tanto “demócrata” haciendo uso de su patente
de corso, esa misma que viene implícita con el kit del psuv, el de la gorrita,
la boina, la franelita, su esvástica tricolor y su carnet de colaboracionista.
De hecho tanto lo intenté que hasta publique un post poco
convencional expresando mi disgusto con la otra locura religiosa que cunde en mi
país, todo bien hasta que me tropiezo con una noticia espantosa, a unos niños
en una escuela en el estado Sucre (Cumaná) los han puesto a desfilar con su esvástica tricolor
en su brazo derecho, seguramente en un arranque de los maestros por protegerse de
la purga chavista del ministerio de educación.
Desde mi ventana de cristal líquido puedo hacer uso de mi
imaginación para oír como los pragmáticos de la sinverguenzura criolla dicen
que eso no importa, que es un ratico nada más, que cual es el alboroto por eso,
que la gente debe resguardar su sueldito pues la vaina está muy jodida en las
calles por eso del empleo y los beneficios. A los fanáticos haciendo elegía de
esos gestos que de seguro no han sido los únicos en el país, pues bien yo desde
acá les comento que no estoy para nada de acuerdo con esas demostraciones
políticas que incumban a los niños para que sus maestros, representantes,
directores de escuelas o liceos, se protejan el culo antes que los cambien por algún
otro compadrote del funcionario de turno.
Yo como ciudadano demando respeto para los niños, ellos aún
no votan ni tienen por qué hacer proselitismo político a favor de nadie, así
como a mi hija de tan solo nueve años, la vivo regañando pues en su inocencia
hace comentarios políticos que no son acordes con su edad, así mismo los hijos
de todos deberían seguir esa senda y me parece el preludio de cosas peores
cuando el virus de la política se le inocula a un niño.
Volteen la mirada y busquen en la historia de los países que
sucede cuando un gobierno comienza con la patraña de las juventudes militantes,
que pronto serán milicias activas en la conformación del socialismo del siglo
XXI. Por cierto no descuidemos la posibilidad de que nos espíen a través de
nuestro hijos cualquier vaina es posible con esta locura que nos está arropando
a TODOS.
Quizás es mi paranoia personal, a lo mejor estoy haciendo
una tormenta de un vaso de agua pero igual me escandaliza nada más pensar que a
mi hija un día de estos le pongan como tarea aprenderse de memoria el himno de
Cuba, el del Psuv, que la esvástica tricolor sea parte de su uniforme y que
desde chiquita sepa lo que es el miedo de exponer su opinión en publico pues de
seguro será una de las apartadas por motivos políticos, recordemos que el miedo
se contagia más rápido que otros virus y su inoculación tiene lapsos muy cortos
para eclosionar en una epidemia que se multiplica y usualmente tiene raptos de
violencia.
Quizás alguno se pregunta si yo actuaria de la misma manera
si la esvástica tricolor fuese un símbolo de la oposición , yo desde acá les
contesto un rotundo si, los niños deben ser sacados de la diatriba política y
la radicalización a esos extremos es dañina siempre, no existen medias tintas
para mitigar el efecto de los totalitarismos, solo toca rechazarlos.
Ojalá todo sea una exageración de mi parte y al final no
pase nada y quede en ridículo ante mis lectores, que todo este circo político sea
un evento pasajero, aunque nada lo indique que tirios y troyanos tomen
conciencia de que la soberbia solo derrama sangre y deja un regero de heridos
en el camino, todos somos venezolanos y muy acostumbrados a ciertas comodidades
y libertades que veo en peligro de extinción donde quienes pensamos diferente
terminaremos siendo parias cuyo más caro sueño es irnos a pesar de las querencias,
para que nuestros hijos tengan futuro y puedan escoger a quien seguir tal y
como TODOS las tuvimos hasta estos días de locos y fanáticos cuya mayor muestra
es la perversión de nuestro símbolo tricolor para hacerlo un símil de la esvástica
cuyo no-uso terminará siendo una señal de exclusión social y económica.
José Ramón Briceño 2013
@jbdiwancomeback
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