Un descargo para gritar desde acá mi incomodidad por la violencia y la locura del hampa en este país
Hoy es 27 de septiembre del año 2012, día del
contador publico, sin embargo la fecha la digo no para festejar, al contrario,
lo hago para compartir con otros lo que sucedió ayer en la noche, en el
terminal de Maracay secuestraron a una niña, hija de alguien que casualmente no
tiene bienes de fortuna se gana la vida haciendo tortas a domicilio.
Según la lógica simple, no es ningún objetivo atractivo
para un secuestrador, la verdad hay miles de teorías cada una más terrorífica que
la otra para intentar el por que algún miserable la secuestrase, la niña
apareció a las horas sana y salva pues en una alcabala (al fin) un guardia
nacional los detuvo, quien sabe cual fue el motivo para el oficial, quizás vio
sospechoso que unos sujetos con aspecto extraño cargasen en un taxi, de
madrugada a una niña seguramente llorando. No importa, los detuvo y apareció, a
esta hora debe estar con su familia celebrando la vida que por poquito se les
acaba a todos.
Se preguntaran cual es el motivo de mi escrito, les
diré, desde saber la noticia del secuestro ando con el corazón arrugado, la
verdad triste, si bien no recuerdo haber visto a la niña, resulta ser que es
prima de mi hija, pero ese no es el motivo, la verdad es que parece que vivimos
en una película de horror (de las buenas) donde nadie sabe que pasará, ayer fue
esa niña, mañana podría ser la de cualquiera y la impotencia va minando el espíritu.
Para esos y otros crímenes debería haber pena de
muerte, aunque realmente cualquier cárcel criolla ya lo pareciera, no es
suficiente esa justicia para seres tan abominables que se atreven no solo a
atentar contra de una niña o niño, lo hacen también contra toda la familia y
por extensión para todos los padres. No es posible que un monstruo de esa categoría
ande caminando entre los mortales, respirando el mismo aire que yo, que todos
los que no hacemos más que buscarnos la vida sin hacer daño, seguro alguien me
leerá y dirá que soy otra especie de monstruo por pedir la cabeza de un ser
humano, dirán cualquier paja sobre la vida y el respeto que toca tenerle,
quizás tenga razón pero quien no respeta la vida tampoco merece que se respete
la suya, seguro que algún mal karma me perseguirá pero no importa, la vida
humana merece cuidado, la vida de un hijo es un derecho inviolable POR NADIE,
quienes atentan contra la vida de un niño no merecen llamarse humanos.
José Ramón
Briceño