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lunes, diciembre 19, 2022

Feliz navidad 2022

 

Las navidades son momentos agridulces, todos tenemos alguna tristeza escondida que aflora en estos momentos, desde la infancia perdida hasta los parientes, hijos, amigos, amores, mascotas, empleos, ingresos que no están o el futuro siempre complicado que caracteriza estos tiempos, sobre todo desde que la pandemia obligó a todos a re plantearnos la vida, asunto que en verdad no colabora para nada con la calma.

En estos momentos (además) existimos muchísimos adultos profesionales buscando la manera de ganarnos la vida sin que a los empresarios les preocupe en lo más mínimo, en este caso hay veces que lo que toca es pensar en re inventarnos, ya estamos grandes para no tener una idea clara  de que va el mundo en todo caso es aclararse la mente pensando en que es más importante, seguir dándome aires con la experiencia o reconducirla hacia otros derroteros sin dejar el profundo pensamiento en torno a la profesión, todo lo contrario, es buscar el modo de asegurar la supervivencia de cualquier forma legal y luego, fuera del horario convenido, hacer los esfuerzos correspondientes a generar las ideas para ejercer la profesión, recordemos que la mayor fortaleza de todos los mayores de 45  es precisamente en que vivimos la evolución laboral desde el mundo analógico de finales del siglo XX hasta la furiosa digitalización actual, eso nos permite ver el mundo de otro modo y quizás desde esta óptica poder ejercer con total libertad, el problema en todo caso es ubicar los fondos que nos permitan pensar con claridad, levantar capital y montar la estrategia correcta a fin de hacer más placenteros estos años de confusión y miedo.

Como cada ladrón juzga por su condición (sin ser ladrón por supuesto) comienzo mi texto pensando en quienes como yo andamos buscándonos la vida a estas alturas del partido. Por otra parte, las muchas tristezas por las ausencias, sobre todo acá en Venezuela donde muchos tenemos hijos que no sabemos si volveremos a ver, familias completas desperdigadas por el mundo y que de no ser por los adelantos virtuales tampoco sabríamos de sus vidas, la economía que no colabora y la política que pareciera haber hecho un pacto con satanás para estar más loca cada día sin que nadie levante la voz para detener la locura, todo lo contrario. Creo que debemos hacer un acto de fe, pensar que eso es lo mejor que les puede pasar y dejarse sorprender por el futuro, eso sí, nunca dejar todo al universo, para lograr las metas es necesario que la vida nos encuentre trabajando por ellas, a pesar de todo es factible que no estemos haciendo las cosas del modo correcto, recordemos que todo ha cambiado y si nosotros no lo hacemos el mundo nos atropellará con todo y sin ningún tipo de remordimiento, eso aplica desde aprender nuevas cosas, monetizar el oficio, sacar todo el provecho posible al conocimiento, inventarnos un servicio, en fin, ubicar una estrategia para que la próxima navidad deje de ser tan triste como esta.

En el caso de que la tristeza se deba a tener que cenar solo frente al televisor, entonces abre tus redes sociales y busca a otros que como tú estén tan solos ahí aplica desde el vecino anciano que dejaron en el país hasta el colega que recién se ha divorciado todos merecemos un rato de alegría, si tienes modos busca colaborar con causas justas, desde llevar cena a los niños en el hospital hasta regalar medicinas para la recuperación de todos, la cosa es ubicar la estrategia, si la cosa es que la pobreza te abraza con fuerza el único modo de escapar de ella es produciendo, para ello el primer paso es ubicar la estrategia conducente a mejorar esa escasez de recursos, todo es cuestión de pensar con cabeza fría, ver alrededor, investigar y estudiar cómo ponerlo en práctica lo estudiado y tener constancia, ser feliz depende de nosotros mismos, la función de la vida parece ser no ponértela fácil para que sudes en busca de ello.

Para finalizar solo puedo decir que les deseo a todos que como regalo les traiga tanta felicidad como su corazón desee, tanto como para regalar a otros y si les sobra pues se recibe por acá, un abrazo y feliz navidad.

Prof. José Ramón Briceño Diwan

Caracas, 19/12/2022


 

jueves, diciembre 02, 2021

Te (nos) andan buscando

 

Como buen latinoamericano he sido expuesto desde muy joven a los influjos de la música tropical, aunque con el tiempo y la educación uno va afinando sus gustos, en realidad la música del trópico tiene un lugar muy reducido en mi corazón soy fan de Rubén Blades, sobre todo después de constatar que sus letras retratan tan fielmente el ambiente latino,  donde policías, ladrones, malvados y héroes comparten la misma calle , este de tintes distópicos con cielos azules y gentes dedicadas a la fiesta entre la tragedia del día a día. Desde muy niño escuchaba canciones como Pedro Navaja, Te están buscando, Buscando América, Todos vuelven, el padre Antonio y su monaguillo Andrés y muchas otras donde se mezclan horror y poesía a partes iguales. se supone que todas las canciones son para la fiesta , tanto más la salsa con su ritmo cadencioso que anuncia fiesta, por eso una canción sobre un malandro que carga las manos dentro el gabán empuñando un puñal o la mujer que carga un revolver 38 pa que la libre de todo mal, el Te andan buscando Si llega el gobierno empujando ciudadanos Y pidiendo el cartón de identidad/Por tu mala maña de irte sin pagar/Por tu culpa pana me lo dijo pana Madame Calalú/ Que algo malo iba a pasar/Por tu mala maña de irte sin pagar o Un carro negro de antena larga Lleno e' gente, lente oscuro /Los de la seguridad, ninguna de estas frases que resuenan entre bongoes, piano, trompetas, coros y al Willie Colon guapeando en la pista de audio (o video YouTube mediante) tienen resonancia alegre alguna.

Han pasado muchos años desde que mi papá abandonaba su preferencia por Bach para colocar en el reproductor de su carro el casi sagrado Siembra, mucha poesía y libros han pasado por mis ojos para terminar horrorizado sacando de mis playlist toda traza de Blades, no es que lo deteste, es que Pedro navaja pervive en cada esquina y el Te andan buscando es cosa diaria en el barrio donde vivo, en cualquier momento detienen el autobús unos tipos armados esgrimiendo placas y pidiendo cédula a todos, si hablamos de desaparecidos la lista se engrosa hasta sobre pasar cualquier otra en el continente. hay un par de cosas pntuales que llaman la atención ante la dureza de esas canciones que sonando alegres son absolutamente desoladoras ante la aridez de la realidad venezolana.

En primer lugar que nunca hemos estado solos en esto de las traiciones políticas, el adjetivo de traidor no se lo endilgo al poeta, todo lo contrario, los traidores reales están en los puestos de poder, se supone que ellos son los garantes de la buena administración, los millones gastados a diario en marketing político así lo demuestran, sin embargo la realidad es muy diferente, a pesar de los slogans, las vallas, los anuncios en google, comerciales, medios de comunicación, redes sociales , pintas en las calles, franelitas, gorras y toda la parafernalia creada para hacernos ver que ellos son la salvación de la patria, la calle desmiente todos los anuncios patrocinados por ellos, mientras se gastan millones defendiendo a un colaborador corporativo que ni siquiera venezolano es , los empleados públicos languidecen en puestos mal pagados, los hospitales se han vuelto morideros para pobres, la desesperanza es una constante y si por casualidad levantas la voz es posible que un carro negro de antena larga lleno de tipos con lentes oscuros puedan irte a buscar, todos los que habitamos barrios pobres conocemos el rumor de las botas, los disparos, los gritos, las sirenas rogando que tu dirección no figure en las ordenes de unos fulanos vestidos como Rambo, sin insignias ni ordenes escritas porque en el mejor de los casos te tumban la puerta saqueando en el camino con golpiza incluida para que te quedes cayado, en el caso más grave, ya nada de lo anterior importa, los muertos no comen ni tienen posesiones.

El espanto de vivir en una canción de horror que cuando niño parecía una ficción espantosa, pero falsa, como si viésemos una película de fantasmas, muchos se asustan pero con la seguridad que otorga saber que eso le pasa a otra gente, esas cosas no suceden en tu casa, solo que ahora no solo suceden en tu casa, son los vecinos, las noticias, los noticieros, las cuentas bancarias, los exiliados, los desparecidos, los enfermos y la desesperanza que te acompaña cada mañana, he decidido hace tiempo no escuchar a Rubén Blades, se han transformado en la música de fondo para esta fiesta nada animada en la que se ha vuelto mi país donde hasta la pandemia ha palidecido ante las absurdamente violentas posibilidades de estar vivo en Venezuela. Cuando la ficción de horror toca tu puerta no hay escapatoria posible, ahora sé que los caribeños no hemos dejado de lado la costumbre de medrar entre el horror, el hecho de que un cantante tan famoso como Blades sea casi un rockstar de los ritmos tropicales a pesar de la cruda realidad de sus letras denuncia la cotidianidad ante la cual solo queda disfrutar al máximo un tiempo que nadie sabe cuándo durará, habrá que consultar con madame Kalalú.

Todos vuelven a la tierra en que nacieron
Al embrujo incomparable de su sol
Todos vuelven al rincón de donde salieron
Donde acaso floreció más de un amor

Rubén Blades

 

 


 

 

 

martes, diciembre 08, 2020

Feliz navidad

 Se aproximan las fiestas navideñas, hace algunos años hubiese estado contento, hoy día, toca utilizar el sentido común para internalizar que la gente que está lejos realmente la pasa mejor que tú, entonces la lógica reza que debería estar alegre y celebrar, como solo se pueden festejar los afectos cercanos, si el asunto es complicado imagina a tus hijos viendo los juguetes por televisión porque no tendrás oportunidad de adquirirlos sin rematar un riñón o comprometer una cornea al menos  para obtener el dinero que se necesita para equiparar a una navidad de hace diez años esta que se avecina. Aunque están lejos ya comer tres veces al día y tener esperanza es más que buen regalo, sin embargo el afecto es la cosa más egoísta que tenemos por lo que de igual manera, no importa cuántas excusas lógicas te inventes, la distancia no es precisamente un aspecto reconfortante.

También podemos jugar con la certidumbre de la pandemia, así tuviese los fondos suficientes para afrontar gastos en viajes no podría pues los controles son muchos, llegando incluso a hacer imposible el traslado aéreo , por lo que en términos lógicos daría una excusa plausible para pasar la página con eso de estar triste, pero tampoco sirve, las esperanzas de usar la tecnología para conectarnos no lo hace menos, además también es lógico que con la distancia las diferencias terminen siendo tan marcadas que los temas de conversación languidecen.

En otras partes del mundo la navidad no será más alegre tampoco, unos tienen deudos con la pandemia, otros se quedaron solos, muchos están confinados por motivos sanitarios, en algunos países sigue la guerra y en otros no tienen tan siquiera el consuelo de la navidad , en fin, el hecho de que uno viva en Venezuela no nos otorga el monopolio de la tristeza, pero acumula muchas más millas que las de un confinado madrileño, bogotano o brasileño, ellos con todo el esfuerzo que eso conlleva, tendrán muchas más oportunidades de estar al menos caliente y bien alimentado el día de navidad, acá seguro muchos lo haremos , aunque debo confesar que cada vez que como algo delicioso, me divierto con unos tragos o cometo cualquier pecado placentero, siempre hay al fondo un dejo de culpa por tantos que no pueden, incluyendo a gente muy querida que la está pasando mal, sin embargo, otra vez la lógica, lo que sea que gaste no alcanzara para hacer feliz a más de uno y como es así mejor que sea yo, que a fin de cuentas es quien hace los malabares para ganar el dinero.

He terminado por acostumbrarme a pensar que los días navideños son una suerte de feriado por costumbre, tal cual semana santa que se “celebra” de cualquier manera menos yendo a misa, si acaso compartiendo el pan y el vino, con la particularidad de que el vino bien puede ser ron y el pan una parrilla de los más jugosa cualquier viernes santo, sobre todo cuando se puede conjugar todo, saben, eso de novia, fiesta, comida y licor  rodeado de gente querida durante los días en los que toda la cristiandad recuerda el sacrificio de Jesús , lo que sucede es que la gente mal pensada creen que uno no lo recuerda, solo que los tiempos cambian y el sentimiento muta, algo así ahora es mi navidad solo que sin fiesta, cena ni regalos, si acaso unos tragos escuchando música para luego dormir con el teléfono apagado para evitar algunas cadenas de WhatsApp que a fuerza de buenos deseos te recuerdan que ya no haces más que entristecerte el día que hasta hace mucho era de feliz connotación.

Bueno, hay quien dice que los adultos superamos el asunto de la navidad al descubrir que Papa Noel (Santa o el niño Jesús) son en realidad tus padres, la verdad es que el día de navidad recibir regalos es una maravilla, darlos y ver las caras de felicidad por el detalle, es quizás  la esencia pura del asunto navideño, mirar las caras de los hijos cuando destapan sus regalos, saber que era lo que ellos querían y mirarlos disfrutarlo, es la cosa más estimulante del mundo, todos los padres lo sabemos, aunque se parece mucho a cuando regalas a otras personas, no hay mayor regalo que las risas de los hijos cuando abren los regalos el día de navidad. Muchos hoy no solo no tienen regalos, tampoco a quien regalar, los peores son aquellos que aun queriendo hacerlo no pueden por aquello de la distancia, hermanos desperdigados, sobrinos virtuales, padres solos al otro lado del mundo, hijos creciendo sin alguno de sus padres  aunque en muchos casos ninguno de los dos esté, quizás no por no querer, es que se han ido lejos para poder mantener a quienes se quedan acá.

Esta navidad muchos tendremos sillas vacías, algunos hasta eliminaran mesas de comedor solo para no pasar el mal trago de cenar sin más compañía que el móvil o la computadora, habrán familias sin regalos, niños sin cena, familias aisladas , hijos solos al otro lado del mundo y como si fuese poco el pánico del coronavirus no habrá pasado por lo que es posible que ni aun viviendo en el mismo país puedas viajar a ver a tu familia, hay gentes que se fueron de vacaciones y hoy son indigentes accidentales de una cuarentena global, hay quienes han gastado todo su dinero y ahora debido a las restricciones igual no pueden volver pues no tienen como sufragar los gastos. Es posible que esta navidad sea la más triste de nuestra historia contemporánea a nivel global, demasiada pobreza ha traído el fulano virus, pero además en mi país, cada día hay más hogares donde la riqueza no se mide por sus lujos si no por la cantidad de comida que tengan en sus neveras, cuando un pollo vale varias veces lo que gana un obrero al mes no tiene mucho futuro pensar en que habrán regalos, como se ve el futuro muchas familias si acaso tendrán buenos deseos, la esperanza va en retirada y la tristeza una constante.

Creo que el mejor regalo de navidad que puedo desear a todos es que al menos tengan a quien regalar aunque sea un abrazo, que la cena sea opípara y la resaca leve, que la fiesta sea intensa y las lágrimas pocas.

José Ramón Briceño

14/11/2020

 


 

jueves, febrero 07, 2019

(J)oda sobre el Metro de Caracas



Antes de comenzar la disertación de hoy debo confesar que sufro de varias fobias incurables que una vez llegada  la adultez se han acentuado, entre las más graves se encuentra  una irremediable fobia a manejar un cualquier vehículo de motor, tanto así que creo ser uno de los pocos adultos mayores de cuarenta que no tiene licencia de conducir, como complemento y entre las cientos de contradicciones que pueblan mi psique también hay una moderada fobia a los desconocidos, especialmente acentuada con el transporte público que acá en Venezuela es insufrible , sin embargo en ese punto es difícil (para mi) saber si es que soy raro o es que los compatriotas son masoquistas pues entre las miles de incomodidades con las que uno se encuentra cuando aborda un autobús, tales como; ir empotrado en un pasillo donde difícilmente no tener roces en exceso con los vecinos, llegando incluso alguna vez el incómodo caso de tener mis partes nobles apacentadas en las de alguna mujer sin que pudiera hacer nada para remediarlo, también está como complemento del suplicio el gusto espantoso del chofer que gusta de compartir su abominable  selección musical tanto con los pasajeros como con los vehículos que pasan al lado del transporte, la cosa que me hace dudar es que tengo la impresión de que a los demás pasajeros les gusta el escandalo mientras yo practico mi fuerza mental a ver si el estúpido traste se funde, eliminando un tormento, lo que se agradece como una molestia menos, pero por mucho que lo intente no me sale la telequinesis.
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Desde hace poco más de un año he encontrado empleo en la capital del país por lo que parte del castigo se ha multiplicado pues toca pasar poco más de cuatro horas diarias (entre la ida y la vuelta) en el metro para llegar a mi trabajo, el “paseo” incluye 20 estaciones más una transferencia entre líneas. Hasta hace pocos años pensaba que los autobuses de rutas urbanas eran el único castigo infernal en este país y que con la natural resignación de quien no tiene más opción había podido minimizar su uso dando largas caminatas para trasladarme, pero ahora es no es posible, toca Metro.
A quienes viven en la provincia les parece que viajar en Metro es la cosa más cómoda del mundo, es que andar en un tren pareciera ser la cosa más cosmopolita del mundo y cuando es parte de cualquier paseo turístico hasta se puede tener como una experiencia para contar a los demás allá en el pueblo, pero cuando es parte de tu cotidianidad ni siquiera lo nombras (a menos que tengas la obligación) para evitar el incordio de recordar el mal trago diario. Yo, que provengo de una ciudad de provincia donde la temperatura promedio es de 30° centígrados consideraba que no podría existir peor castigo que estar encerrado en un aparato de esos (un autobús) a la hora pico “disfrutando” del calor humano que sumado a la música ambiental a niveles de discoteca, la temperatura tropical y el natural estruendo de las calles, pero nunca llegué a imaginar que existe algo peor, como si lo hubiese pedido me toca vivir cuatro horas o más de lunes a viernes en el Metro de Caracas.

Digámoslo así, si Dante hubiese nacido en estos tiempos al comenzar su Divina Comedia donde el personaje principal se llamaría José Ramón( imposible esperar menos), ganaría menos de 15 dólares al mes y de seguro empezaría como un imposible reto ; para buscar a Beatriz y traerla de la muerte primero deberás ir a las puertas del Pandemonium , la mítica ciudad conocida como Caracas donde siempre es hora pico, donde se encuentra la estación “Plaza Venezuela” , una vez allí deberás tomar el primer vagón que te toque en suerte, seguramente no tendrá aire acondicionado ni puestos pero igual abordarás so pena de llegar a destiempo a tu destino, el camino durará varias horas y no tendrás sosiego ni calma pues las otras almas te comprimirán hasta sacarte el resuello, tampoco podrás respirar, no habrá ventilación y dos horas más tarde, si tienes la suerte de que no se vaya la electricidad a medio camino de cualquier estación en la oscuridad absoluta de un túnel infecto al cual no saldrás porque el conductor se negará a abrir las puertas sin atender razones no dar más explicaciones que asegurar que pronto recomenzarán el camino , lo que dirá por el tiempo necesario que va de los diez minutos a las tres horas , mientras para bajarte la neurosis  coloca en los altavoces por enésima vez la misma pista musical que solo soportas las veinte primeras veces que la escuchas hasta llegar a odiar profundamente a los cantantes que hasta hacia poco admirabas como máximos exponentes del sentir vernáculo de tu país , todo aderezado con los peores aromas corporales que te puedas imaginar, eso solo si tienes suerte y nadie vomita debido a la intensa experiencia sensorial.

Sin embargo el demonio en su eterna sabiduría quizás te otorgue el dudoso placer de viajar en un tren con aire acondicionado y pensarás que vas ganando, sin embargo hay toda una pléyade de agentes satánicos que harán tu viaje miserable, desde pastores evangélicos que te obligarán a escuchar una sarta de boberas salpicadas con dudosas citas bíblicas, vendedores de todo que vocean a grito pelado lo maravilloso de sus chupetas, caramelos , tortas o galletas que venden a precio de trufa piamontesa en efectivo y sin pataleo, locos de toda calaña divulgando su extraña sabiduría política sobre las maldades de un imposible imperio que hace una absurda guerra económica hasta un fulano que carga escondido en un bolso el equipo de sonido con música tropical de la más rancia estirpe salsera quien de paso no atiende peticiones para bajar el volumen que seguro trabaja para Belcebú pues es imposible que en pleno siglo XXI no sepa de la existencia de los audífonos, lo más impresionante es que muchos viajeros parecen (inexplicablemente) disfrutar el escándalo, que sumado a la música de ambiente que sale por los parlantes del tren logran el milagro del desdoblamiento temporal, haciendo que cada minuto tenga la misma duración que una hora entera por lo que las dos horas desde Plaza Venezuela hasta la estación de transferencia se sienten como un mes si lo comparas con el viaje en  autobús de largo recorrido.

Luego de tal periplo, llegarás a la estación de transferencia y dirás, si este es el viaje al infierno, debo haber llegado ya, dándote cuenta no sin sorpresa que no te parecerá tan malo después de todo, pero al día siguiente volverás a repetir el viaje sólo para  descubrir que por vivir en Venezuela el infierno solo muta de forma para hacer más virulento él castigo y no tienes escapatoria a menos que suceda un muy raro milagro, dejarás de buscar a la tal Beatriz  y solo rogarás porque aparezca la forma de escapar del Metro de Caracas, o como lo conocen quienes ya están resignados, el maldito-Metro.
Ahora en serio, es tan mala la experiencia que cuando viajas en autobús de Caracas hasta Los Teques sientes como si fueses en ruta ejecutiva, descubriendo que estas tan jodido que te parece todo un lujo andar en bus.
José Ramón Briceño, 2019
@jbdiwancomeback