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viernes, enero 27, 2012

Apocalipsis

Este texto lo escribí hace un año, hasta que decidí mostrarlo por acá para compartirlo, bueno o malo es decisión de otros juzgarlo, sin embargo me es preciso acotar que aunque para el momento en que escribí esto pensaba que era pura ficción hasta que me tropecé con unos relatos de la guerra civil española , exactamente a la retirada de los republicanos por un puerto español donde (por otras razones) ocurrió un apocalipisis similar con muertos por doquier y de cualquier manera pues aquellos valientes preferían la muerte antes que el presidio en manos de Franco. 



Hace unos años, aun no recuerdo exactamente cuantos ha pasado. Era el año aquel en que terminó la temporada de lluvias más larga que nadie recordaba, fueron dos años intensos, con lluvias diarias y en algunos casos hasta por días enteros, de esas que cargaron con todo lo que había a su paso, diluvianas casi. Eran tiempos en que alguien aprovechándose de lo convulsionado del mundo dijo en voz alta que una cultura, de esas casi mágicas, había pronosticado que el fin de los tiempos se acercaba y algunos otros hasta programaron fecha y hora en que el fin comenzar.
Realmente así parecía pues el mundo comenzó a volverse más loco y violento, llegando a superar la ficción mas inspirada. Para finales de ese año la situación política se había transformado en un manicomio mediático con tintes de comedia griega, la televisión, la radio y los periódicos se habían vuelto meros organismos oficiales, que publicaban solamente noticias fantásticas sobre obras realizadas en las fronteras invisibles del país, complots internacionales para opacar la imagen del amado líder y cosas por el estilo, sin embargo en las calles se veía otra cosa, todos tenían un familiar o un amigo desaparecido, todos aquellos que podían se escapaban de las maneras mas ingeniosas del país y pedían asilo político donde fuese, por las noches se oían ordenes gritadas con sordina, botas que corrían, puertas que caían y uno que otro grito sin embargo en las noticias nada pasaba y quienes gritaban en publico rápidamente desaparecían en una anonimia sospechosa, pero que por miedo ya nadie reclamaba. Fue en ese clima que se organizaron aquellas elecciones, supervisadas por el ejercito y sin veedores internacionales, contra un candidato de oposición que apareció de la nada y a quien no le permitieron ni mítines ni publicidad. Por supuesto los resultados oficiales arrojaron un sospechoso 89 por ciento de votos oficiales contra los opositores, esta burla oficial trajo protestas por todo el país, el gobierno decretó toque de queda a partir de las seis de la tarde so pena de fusilamiento, solamente se oía en las noches los gritos ahora sin sordina, disparos, carros a gran velocidad por calles desiertas, puertas que caían a culatazos y de vez en cuando algún camión incendiado por alguna anónima bomba molotov en la soledad de la noche. Mientras el país entero estaba cerrado al exterior, el régimen solamente permitía bajo estricta censura algunos programas de corte humorístico, religioso o de cualquier otra índole que no hablase sobre ningún tema político, fue en ese momento cuando la gente desesperada y con temor comenzaba a buscar los caminos de la espiritualidad a fin de encontrar un poco de sosiego entre tanto caos, aparecieron con mas fuerza que nunca toda la caterva de astrólogos de gestos equívocos, pitonisas de estampa gitana, quienes, entre otras cosas hacían suyas las supuestas predicciones de una raza extinta, asegurando que el fin estaba cerca, siguiendo la corriente general también se sumaron a la onda los predicadores de mil sectas exóticas quienes, además adornaron la profecía con escenas dantescas de fuego, tsunamis, diluvios y demás con el añadido de un dios vengador que cortaría las cabezas de los impíos y se llevaría a los justos a un cielo prometido, claro, si aumentaban las contribuciones ellos aseguraban que tendrías una indulgencia especial de dios para tu automático acenso al cielo.
Los católicos no se quedaron atrás y desde los pulpitos hicieron lo propio, el gobierno aprovecho el impulso y organizó jornadas evangelizadoras asegurando que Marx nunca habló mal de dios, que incluso en unos textos póstumos había dejado instrucciones precisas para que el hombre renaciese sobre las cenizas del exterminio apocalíptico, de forma tal que el asunto de las elecciones se olvidase cuando menos en esas ultimas semanas de fin de año, de repente en medio del frenesí espiritual y ante la perspectiva de la cercana muerte, la gente olvidó el miedo y recrudeció la represión, se abandonaron empleos, hermanos que se odiaban decidieron sus diferencias en borracheras de reconciliación plenas de lagrimas y abrazos de alegría, las familias desafiaron el toque de queda para compartir su ultima cena de navidad, se lloraron los muertos y los desaparecidos. Esas navidades que se preveían tristes terminaron siendo las más luminosas y alegres de las que se tuviese noticia, hasta aquellos solitarios que ahogaban sus soledad en cualquier alcohol que encontrasen a mano salieron a plazas y aceras donde después de algunos saludos hacían el amor en plena calle de manera ruidosa, alegre y festiva que de tan tierna no escandalizaba ni a las beatas que oraban a las puertas de las iglesias dando bendiciones a todo aquel que por allí pasase. Los soldados abandonaron sus carros de guerra y se unieron a la euforia general, quedaron abandonados los cuarteles, las cárceles se abrieron, las armas callaron, las licorerías se quedaron sin inventario. Al final, la víspera del fin del mundo reconcilió a todos. A la mañana siguiente nada pasó, no hubo terremotos, ni ríos de lava salieron de la tierra, tampoco se desplomo el cielo en aguaceros diluvianos. Amaneció extrañamente luminoso y fresco, la resaca de alegría aun se percibía en el ambiente, sin embargo, algo extraño pasaba, después de que durante toda la noche multitudes poblaron las calles, bien avanzada la mañana y a pesar de ser martes, parecía un domingo extemporáneo, ni tan siquiera perros había en la calle, solo había soledad y silencio en la calle. Ese día no hubo periódicos, solo había noticias en los pocos sitios de internet que escapaban a la censura, lo más raro era que en esos sitios nadie hubiese escrito nada negativo esa mañana, solo habían avisos de gente buscando gente, sin reporte de muertes por el hampa o los uniformados. Hasta los portales oficiales carecían de sus típicas noticias falsas que pretendían ser novedades, todas eran del día anterior, la desinformación, total. Después de las emociones de la noche parecía que había perdido toda capacidad de asombro, aun andaba con una suerte de shock lucido y todo lo miraba como filtrado por una luz más brillante de lo habitual pero que no lastimaba los ojos, era una especie de filtro suavizador, de esos que usan los fotógrafos de bodas elegantes para dar un matiz alegre y a la vez melancólico a la imagen, como recuerdo de un evento donde los novios parecieran estar a las puertas del cielo cuando lo más seguro es que terminase como la antesala del infierno.
En ese clima espectral de luz y silencio se comenzaron a dar los primeros signos de lo que quienes recordamos hemos dado en llamar el fin del mundo. Todo comenzó con unas pocas personas que abandonaban sus casas para ir a orar a las iglesias , de repente se oyeron mil gritos y lamentos, como si todo el mundo se hubiese puesto a llorar al mismo tiempo. De la nada cruzaron el cielo unos aviones de guerra (de los que se supo luego que habían sido secuestrados por sus pilotos para viajar a quien sabe donde), gente que corría con dirección definida, como si supieran adonde ir, con rostros ajados de dolor y culpa , los teléfonos dejaron de funcionar por que estaban congestionados, los bancos se llenaron de gente que pretendía retirar sus ahorros , las agencias de viaje colapsaron por la gran demanda, los terminales de autobús se llenaron de gente que esperaba poder abordar alguno, lo más curioso era que todos lloraban sin rabia pero con desesperación. Por un reflejo condicionado me devolví a mi casa a buscar mi cámara para registrar eso sorprendente que pasaba en las calles y que parecía salido de las paginas de una novela del señor aquel que escribía solo cosas de horror y cuyo apellido tenia connotaciones de monarca norteamericano, mientras caminaba por la ciudad fotografiando los rostros de tanta gente, advertí que solamente los niños, los locos y otras pocas personas (como yo) parecían ser inmunes a toda la tragedia que los rodeaba , solo los infantes y los locos se reían y jugaban sin importarles nada lo que alrededor sucedía. Eso me alarmaba aun más ya que ese extraño virus o lo que fuese, era selectivo pues el hecho de encontrarme inmune me obligaba a pensar las posibles razones de tal fenómeno.
Las imágenes eran dantescas por decir lo menos, en las plazas, calle, iglesias y templos la gente lloraba y oraba , los niños jugaban y algunos otros, al igual que yo se paseaban estupefactos con cara de creer que todo es una pesadilla excesivamente real, en ese momento decidí ir a buscar a mi hija, en la confusión alguien me facilitó una bicicleta que tomo de una tienda, donde una pareja mayor, que presumo eran los dueños, lloraban pidiéndose perdón el uno al otro y decían a gritos que tomaran lo que quisieran, que todo valía mierda mientras no les perdonaran sus padres abandonados al otro lado del mar, sus hijos el abandono, sus empleados el maltrato y peor sueldo, su mujer los cuernos, al mismo tiempo la mujer gritaba que esta vida de lujos a costa tanto dolor ajeno , de jóvenes de alquiler, de hijos criados por manos mercenarias , de mentiras diarias , de sexo por obligación, de malos deseos a quien se suponía amaba y a quien a pesar de odio y al asco inicial termino por querer, no valía nada sin el perdón de todos, que por favor alguien los quemase a ver si con la muerte terminaba su suplicio. Comencé a pedalear la distancia esquivando la vorágine en que la calle se transformó, mientras pensaba que era un mal tipo por haberme ido en la mañana, sin sospechar que tanto cariño en la noche era el preludio de algún desastre, pero que sabia yo, eso apareció de la nada y la gente amaneció con una crisis de culpa desesperante y esa casa no fue la excepción, un rato después llegué y escuché el llanto de mi hija, abrí las puertas y ella salió corriendo a mis brazos, cuando le pregunté por su madre, me contestó que no sabia, y que por eso lloraba pues se encontró sola, quien sabe adonde fueron las señoras o como las afectó el virus extraño que está destruyendo el mundo conocido.
La niña me dijo luego de tranquilizarse que tenia hambre, que por eso se había levantado temprano, entonces comió algo de cereal con leche, mientras yo en un morral la mudaba de una vez, le di de comer a los animales y les dejé una porción grande además de las puertas abiertas por si sus dueños volvían, nunca supe de su suerte, ellas nunca nos buscaron, imagino que se perdieron por sus propios caminos purgando las culpas que tenían, ojalá su final haya sido feliz. Nos fuimos por donde fui pero variando la ruta para evitar que su sensibilidad infantil se impactara en exceso por las imágenes de muerte que pululaban por la calle, así llegamos a casa, para pensar en calma como afrontar lo que se venia y sin antecedentes para poder establecer alguna acción. Mientras caminaba junto con mi hija vi caravanas de personas caminando, unos veían a los edificios a ver desde cual se lanzarían, otros (mientras se pudo) se lanzaban al medio de la calle con la esperanza de ser atropellados, los menos imaginativos se colgaron de los postes y desde arriba nos veían con sus caras desencajadas pero misteriosamente su semblante era beatifico, como si la agonía de la muerte hubiese sido un bálsamo para su alma. En los edificios por alguna razón algunos no permitían la entrada de los suicidas, originándose peleas que terminaron en batallas campales con muertos y heridos por el derecho de lanzarse desde un decimo piso de los contagiados, de igual forma el piso alrededor de los edificios era de sangre y cuerpos que a la luz del sol quedaron pues nadie tuvo animo, cuando menos ese día para retirarlos del sitio de su muerte. Otros en cambio hacían fila para utilizar la pistola del policía que gritaba que los muertos que debía eran por ordenes superiores pero que, sin embargo, igual había apretado el gatillo y que tanta sangre al final nunca hizo el bien que decían los oficiales dizque por orden directa del presidente, que por tanto merecía la muerte aun más que los infelices que ajustició, a los diez minutos ni el policía vivía ni la pistola tenia balas pues todo aquel que pudo se disparó en la sien un único disparo que acabó con su lamento, ellos también murieron con una sonrisa, me imagino que desde arriba dios está disfrutando el espectáculo de sus hijos haciendo por su propia mano lo que el por mucho tiempo intentó sin que algún aguafiestas se le ocurriese salvar el mundo con sus pajas pacifistas, seguramente ese era el fin de la guerra fría y a pesar de su omnipotente poder fue incapaz de hacer salir los misiles atómicos que acabarían con todo de manera limpia y efectiva, que para el diez mil años son dos días y por tanto podía esperar a que el mundo agotara la radioactividad para crear alguna otra raza menos jodida para vivir. La verdad el camino que usualmente seria de una hora terminó siendo de más de cuatro por el hecho de ir al paso de una niña que jamás caminó más allá de la parada del taxi. En casa encendí el televisor y en pantalla ya el presidente daba su alocución al país para explicar que nada pasaba, lo poco que había en los noticieros eran una señal intervenida por el imperio y que lo que se veía en las calles era producto de un bombardeo de gases alucinógenos que el enemigo envió para destruir la revolución que tanto bien hacia al país, que todo era una confabulación entre la extrema derecha y la izquierda traidora en conjunto con el imperio merovingio, sin embargo se silenció por unos segundos, dejando su mirada en blanco, acto seguido se dirigió al país expresando sus condolencias por los muertos que no existían para los medios oficiales y de los que nadie hablaba por temor a dejar de existir, también a sus ultimas cinco esposas y diez hijos a quienes si alguna vez golpeo y mandó al hospital no fue por malvado si no por que perdía los estribos al no entender como unos extraños al escuchar recomendaciones obedecían sin pensar y si ordenaba hasta la tierra temblaba, por que coño sus sangre y el amor del momento se empeñaban en llevarle la contraria aun sabiendo de su carácter, se disculpaba por los millones de dólares que se gastaba mientras el país entero estaba en la miseria pues entendía que el como amado líder y gestor supremo de la revolución se merecía los mas altos y delicados lujos para poder pensar en comodidad, con los artistas por no patrocinarlos a menos que lo adulasen por que el no entendía de más arte que el de matar, al mundo por que en medio de sus ansias de compartir la buena nueva de la revolución patrocinó y apoyó terroristas en todo el mundo que además en el argot militar las bajas civiles no importan mucho pues son los riesgos calculados de la guerra que prometía la felicidad suprema del hombre nuevo que sin embargo hoy día reflexionando entiende su error, a los marxistas , los comunistas y los anarquistas por mantenerlos engañados a punta de martingalas retoricas para justificar un gobierno que jamás tuvo mas fin que el de mantenerlo en el poder pues eso de mandar y ser obedecido es un vicio difícil de dejar y tan adictivo como algunas drogas dura, con los norteamericanos y los europeos por hacerlos chivos expiatorios de sus errores acusándolos ser el motor de un imperio realmente inexistente y por ultimo con dios ya que solo el sabia cuantas mentiras dijo, cuantas muertes inocentes o no ordenaba a diario, cuantos presos condenó en juicios de opereta, pidiendo a la historia que no lo juzgase con tanta dureza como lo hace el mismo, que cuando muriese lo cremen y lo boten en la primera cloaca pues el mundo no merecía la infamia de resguardar sus restos, acto seguido sacó su pistola de reglamento y se disparó en la sien sin tener en cuenta el horario supervisado, dejando un reguero de sangre y sesos en las históricas paredes del salón Ayacucho, cegando con su sangre la mirada de un prócer que tenia más de cien años mirando escenas políticas aun cuando fue pintado cien años después de su muerte para convertirse en icono de cuanto militar se le ocurría sentarse en la silla presidencial. Luego de ese disparo el aparato oficial terminó de desquiciarse, justo después (aun al aire) se inmolaron sus colaboradores más cercanos ya que en menor o mayor medida todos compartían las culpas del jefe pues tal era su devoción hacia el que hasta en los crímenes era imitado por todos, los guardias abandonaron todas las dependencias oficiales pues al no tener amo que gobernase sus vidas estaban a su propio albedrio , cosa que no tenían por costumbre tener, unos se suicidaron al darse cuenta de cuanta vida perdieron por tener un trabajo que los alejó de todos, otros que al tomar conciencia de que no existían mas que por ordenes superiores abandonaron armas y demás para salir en busca de quienes en algún momento fueron sus seres queridos, pero que por razones laborales los fueron olvidando hasta que su vida se confundió con la de sus jefes y sus pensamientos fueron los del jefe. Muchos fueron fieles a la nueva urgencia, los que tenían penas de amor o desamor solo lloraban y caminaban sin rumbo, los que habían obedecido ordenes de muerte pagaron su culpa con su arma de reglamento y en la sien derecha como reza el código militar como ultimo homenaje a una vida de violencia oficial matando seres invisibles que se recordaban solo en círculos herméticos y a media voz por si las paredes oían. La censura fue levantada aunque nadie haya dado la orden pues si autoridades ni represión todo tomaba su cauce natural, los medios desataron su furia informativa, me imagino que después de años de estar cayados los periodistas tomaron los micrófonos y las cámaras por asalto y se lanzaron a la calle a informar, luego de la inmolación del tren directivo de la nación la próxima noticia fue el suicidio colectivo con wiski del mejor pero perfumado con arsénico de los presidentes y dueños de medios de comunicación oficiales y privados, quienes llamaron a una reunión urgente pues tenían que tomar medidas para un mundo sin presidente militar, en esa reunión y al quinto trago deciden por unanimidad que ellos eran tan culpables como el difunto presidente por haber dejado sin informar al pueblo de sus desmanes, por obligar a sus empleados a trabajar por miserias mientras ellos viajaban por el mundo con sus amantes veinteañeras, viviendo vidas de lujo a costa del sufrimiento del país, dejando a sus familias aunque bien acomodadas, en el mas absoluto abandono por disfrutar de cuerpos jóvenes y placeres terrenales sin importarles una mierda los sentimientos de sus hijos y esposas, acto seguido vaciaron una botella en una jarra y mezclaron el licor con raticida para, en un ultimo brindis pagar sus deudas de honor con la sociedad. Algo parecido sucedió con los banqueros, pero a diferencia de los otros, estos decidieron lanzarse en conjunto del pent-house que estaba sobre la oficina del presidente del banco central. Lo increíble (si es posible pensar en algo más raro) era que todas las instituciones seguían funcionando con relativa normalidad, solamente los organismos armados, las agencias del gobierno y las instancias políticas habían dejado de existir aunque a nadie parecía importarle lo mas mínimo. Mientras la noche avanzaba se oían disparos de distinto calibre por toda la ciudad, aunque nada de ráfagas ni de intercambios, solamente de uno por vez aunque muy seguidos, se sabían de diferentes armas por lo variable del sonido y la distancias a que sonaban, parecía una celebración de año nuevo sin luces ni cohetes, solo explosiones cortas seguidos de silencios. Gracias a los canales que se transformaron todos en noticieros eternos, se supo que los hospitales estaban a tope, las clínicas de cualquier capacidad no daban para más y hasta en las aceras habían heridos que no gritaban de dolor si no de impotencia pues que coño les importaba la humanidad, que querían morir en la paz de sus manos, que el pecado no existía pues era un invento de curas parea dominar y lograr que la feligresía les donase mas dinero para comprar un lugar en un imaginario cielo, que tuviesen la caridad de una sobredosis para mitigar su culpa, los únicos que se dejaban a tender eran las victimas desorientadas de una catástrofe que no entendían, la gente lloraba y gritaba mientras estos estaban en shock con cara de no creer tanto horror, sufrían sus heridas callados, sin ruidos, esperando su turno de ser atendidos por los pocos médicos que habían sobrevivido a la culpa. Los edificios públicos y privados con más de diez pisos lucían una alfombra de muertos en las aceras quienes cuan si esperasen un premio hacían colas kilométricas y colaboraban en apartar cuerpos para poder tener su turno, unos bebían llorando, otros se drogaban en publico y sin pudor, los menos pues lloraban en silencio esperando dar el paso en el vacío que les tranquilizase la conciencia. En uno de esos escenarios estaba espantado una joven mujer con un perro en brazos que intentaba para esta locura y declaró ante las cámaras de televisión que se fueran todos a la porra pues si querían matarse ya ella no aguantaba y se metería en la cama con tres pastillas que le dejó su madre que podían hacerla dormir sin sueños a esperar que la locura terminase o se terminara de abrir la tierra para tragárselos a todos evitando de paso seguir escuchando tanto ruido de muerte que se colaba por su balcón. Las calles eran un caos total, vehículos abandonados, choques violentos aparentemente voluntarios, atropellados en la vía, todo un museo de horrores donde los humanos por fin exteriorizaron su creatividad para demostrar cuan frágil es la vida. En los foros sociales de la internet que hasta hace días eran espacios para la gente decir sus pendejadas a fin de mitigar la soledad en la aldea global, se leían mensajes cargados de arrepentimiento, cuan testamentos improvisados esperando a ser leídos por quien dispusiese de tiempo y ganas para tal vaina, allí habían desde mensajes de padres al otro lado del mar pidiendo disculpas para los hijos dejados atrás, a los amores idos, hijos buscando el perdón de sus padres por haber peleado con ellos y no haber tenido la suficiente humildad para comprender que sobre cualquier vaina pues los viejos siempre serán los viejos y al final aparte de los hijos son la única familia que todos tenemos, religiosos que abandonaban su fe por haber estado en flagrante hipocresía permitiendo que sus hijos le dijesen padrino en vez de papá que decían estar hartos de dioses mudos y sordos a sus suplicas además de lo dudoso del perdón de los pecados por parecerles como muy fácil hacer barbaridades y arrepentirse a ultima hora para obtener espacio en un paraíso que tiene visos de hotel vacacional.
Los clérigos y pastores de otras religiones decían aproximadamente lo mismo pero con algunos añadidos como la de aquel pastor que pedía perdón por haber sodomizado a los hijos de la feligresía en las horas de la evangelización o aquel otro en el alto amazonas que confesaba haber usado un potente alucinógeno en el café colectivo para inducir visiones apocalípticas que le asegurasen el sustento y las vacaciones anuales en ciudades donde habían bares para fumar y las putas se exhibían en aparadores, todas esas confesiones de culpa quedaban sin castigo pues todos sucumbían al mal suicidándose como bien pudieran. Como ya la etapa del asombro por mi parte ya estaba superada, a ver si me encontraba con alguna explicación racional o no de lo que estaba pasando en mi ciudad y al parecer en todo el mundo, busque las páginas oficiales de los movimientos religiosos y cósmicos que hablaban del próximo fin del mundo y en la mayoría no había nada, es más, estaban en blanco, con avisos en sus idiomas originarios que decían que pedían perdón por haber mentido al mundo desde siempre, aunque ellos en principio realmente creían en sus libros sagrados, en esta hora de muerte han descubierto que todo era una gran mentira pues todos los dioses eran al final uno solo pero que sin embargo habían inventado los propios para asegurarse la existencia, unos negaban las trece huris, otros el valhalla, los católicos el cielo , los budistas la nada, los mormones aclararon que las tablas de los mandamientos que decían tener habían sido hechas por un ebanista de nevada en el siglo XIX pero que a la fundadora de la secta le pareció un buen detalle para los fanáticos decir que dios en persona le había dado las fulanas tablas, que tenían pruebas a las que en principio solo tenían acceso los grandes jerarcas que nunca se atrevieron a hacer publico pues entre el dinero y las mujeres la cosa se hacia cuesta arriba ya que eso de abandonar los vicios que otros pagaban por la creencia en forjar el camino al cielo. La más graciosa de todas era una pagina africana que aseguraba que los rastafaris fueron en principio un ejercicio de mercadeo de unos distribuidores de cannabis que les dio tan buen resultado que mantuvieron la religión a fin de crear nichos de mercado que otras drogas estaba acaparando dejándolos sin espacio para sus ventas, siendo su mejor empleado un tal Bob que cantaba y fumaba en publico cuan si de un comercial actual de coca cola de esos donde alguna estrella participa y convence a las damas que los cuerpos que exhiben son hechos a despecho de muchas latas consumidas por día. Ninguna religión tenia alguna respuesta para lo que sucedía, ni tan siquiera los lamas cuya vida se les va buscando asir una verdad que ahora descubren siempre incompleta, sin embargo todos coincidían que el fin del mundo había llegado, solo que en vez de lava, agua y tierra, lo que se desencadeno fue una crisis de conciencia transformada en una suerte de locura colectiva que en una noche estaba acabando con todo vestigio de maldad en la tierra, ahora digo yo, que realmente de existir dios, es un tipo bien raro por no decir sádico púes su mano ha de estar metida en todo este pandemónium. Mientras esto sucedía, desde mi atalaya me preguntaba que pasaba y no me atrevía a salir por temor a que algún accidente nos ocurriera, nada más quedaba la televisión y el internet para intentar enterarse de algunas cosas, aunque se habían caído los servidores más grandes algunos aun quedaban en funcionamiento así como los servicios, las calles seguían desoladas y los mercados nunca cerraron hasta que se agotaron las existencias, por suerte tenia un buen aprovisionamiento y como somos dos pues la cosa se podía estirar un poco hasta que hubiese que salir a buscar provisiones y a nuestros familiares cercanos.
Justo en mi cuadra estaba accidentado el vehículo de un periódico y me acerque a preguntar que pasaba en el país, la periodista me respondió que aun nada en concreto se sabia, que estaban camino a cubrir lo que pasaba en una de las cárceles más grandes del país adonde había un motín, pues al quedar abiertas se fueron todos sus ocupantes, quienes se colgaron de los arboles y postes cercanos, o se suicidaron con las armas que dejó abandonado el ejercito, solo por nombrar los más impactantes, los pocos que se quedaron decidieron que estaban allí por haber robado por hambre o miseria y sin culpas de sangre pues no merecían más muerte que la de encerrarse por siempre jamás entre los barrotes de la cárcel, sin embargo no contaban con los miles de penitentes de delitos menores que se entregaban en masa con sus legajos de pruebas incriminatorias que afirmaban su derecho al encierro pues las leyes de la republica así lo reclamaba, que era inconstitucional no dejarlos pagar su condena, lo que ocasionó peleas sangrientas que dejaron más muertos que vivos, ya que los guardias que decidieron quedarse bien por no cargar culpas por ser demasiado jóvenes o que sentían que debían quedarse a pagar sus delitos menores por haber torturado a los reclutas con ordenes que solo tenían como razón sentir cuan grande era su poder sobre los demás decidieron hacer lo que se les enseñaba en los cuarteles y abrieron fuego contra la multitud, todo acabó cuando alguien decidió volar las puertas del lugar con bombas robadas a un convoy abandonado en el cuartel vecino, todos murieron pensamos que por la inexperiencia de quienes tuvieron la iniciativa y dieron fuego a un camión repleto de explosivos que acabo con todo vestigio de vida en kilómetros a la redonda (esperemos que en los cuarteles de las naciones atómicas a nadie se le ocurra algo igual). El periodista aseguraba que el camino a la cárcel parecía un gran adorno de navidad pues los cuerpos colgaban desde muchos kilómetros antes de llegar al sitio, también comentaba que curiosamente ningún muerto tenia cara de angustia o dolor por muy fea que haya sido la rezón de su muerte, todos tenían rostros de felicidad cuan si hubiesen tenido alguna visión metafísica u orgásmica. Lo que significa que no había visto mal ni estaba loco, realmente la gente tenía placer al morir, vainas del fin del mundo, pensé en aquel momento pues habían cosas más importantes que resolver antes que muertes ajenas. Ya para el amanecer de un día que en otro tiempo hubiese sido de resaca, mientras veía dormir a mi hija, pensaba y agradecía que mi centenaria abuela se hubiese ido hace unos meses, murió como un pajarito dándonos bendiciones a todos desde su habitación de clínica, pensaba en mis hermanas regadas por el mundo, mis amigos que no han dado señales de vida, mi viejo y sus animales al pie de la montaña en donde vive, los primos y tíos desperdigados por la tierra gracias a la situación política del país.
El mundo tal y como lo conocíamos ha quedado en animación suspendida, las alternativas de la postmodernidad han quedado flotando como fantasmas, los centros comerciales vacíos a excepción de quienes los escogieron como espacio de muerte, al igual que los restaurantes y espacios de diversión que usualmente abrían esos días desde temprano para que la gente gastase sus ahorros en distracciones que desde siempre supimos banales pero que ahora lo comprobamos. Ya habrá tiempo de pensar y de buscar a los que sobrevivan, ojalá las culpas de mis hermanas y madres no las hayan obligado a buscar el consuelo que tantos en esta locura han encontrado de diez mil maneras pero con un solo fin. Mientras estaba sumido en mis cavilaciones, escuché un murmullo de voces en la calle, eran las mujeres sobrevivientes de la noche que buscaban entre las casas a los niños para darles de comer o cambiar pañales, a los ancianos que quedaron a su suerte y a uno que otro adulto que sin sucumbir a la locura colectiva quedaba en su casa encerrado para evitar el contagio. La gente comenzó a salir de sus casas y quienes no tuvieron que buscar a nadie o no encontraron a nadie se fueron agrupando en las plazas de su comunidad, cerca de mi casa a falta de plaza buena fue la cancha deportiva, hasta allí me acerqué a hablar con otras personas junto con mi hija que por primera vez en dos días se sonreía y jugaba con otros niños de su edad también sobrevivientes, también por primera vez constaté que los jóvenes eran quienes empujaban a todos para cuidar a los ancianos, a los niños y a los minusválidos, esa juventud siempre acusada de tonta y floja era quienes impulsaban la marcha de este nuevo mundo, que al parecer tiene futuro por lo menos mientras esto no se olvide. Acabaron todas las peleas tontas, al parecer ya no hay envidia, ni codicia, ojalá todo dure. Mientras estaba en conversaciones con todos esos desconocidos que al parecer eran mis vecinos, me di cuenta de que el loco de la cuadra no estaba por allí, al preguntar por el me comentaron que había recuperado la lucidez, para sorpresa de todos ya que nunca hablaba, solo se reía con una mueca desdentada, desde temprano había comenzado a hablar bajito una letanía ininteligible a la sombra de los almendros de la esquina que fue en un continuo crescendo hasta llegar a los gritos diciendo que estaba aterrorizado por el estado de abandono en el que vivía, que desperdicio de tiempo llegar a viejo en ese estado, que vaina tan terrible había sido la vida que le había negado el amor en cualquiera de sus formas, que nunca tuvo esposa ni hijos, que pena con su familia quienes se tuvieron que aguantar esta carga de nada existencial, que quien coño les había dicho que eso era vida y acto seguido se lanzó un perfecto clavado desde un puente , cayendo en el también perfecto y gris cemento pues hacia poco que en un acto multitudinario habían embaulado las aguas debido a que se desbordaban dejando una marca indeleble de sangre en el rio gris de la obra limpia. Allí mismo una señora llevaba a rastras un niño de aproximadamente once años, de mirada de anciano y sonrisa infantil, quien decía haber sobrevivido por encontrarse descargando el intestino en el canal que pasaba tras su casa pues su familia se ponía violenta en las fiestas entre drogas y alcohol, lo que lo obligaba a refugiarse en la calle donde cuando menos nadie lo golpearía por gusto, explicó que sus hermanos eran distribuidores de drogas muy respetados por violentos y sanguinarios que compartían el negocio con sus padres, en medio de la parranda descubrieron que tanta sangre les había secado el alma, acto seguido llegaron los rivales en el negocio en una caravana de motos baratas y medio camión de ron para hacer las paces y llorar los muertos comunes hasta que decidieron acabar con todo sentándose alrededor de los cilindros del gas de cocinar que abrieron mientras compartían la pipa de la paz cuya chispa encendió una llama muy azul que acabó con sus vidas y la mitad de la cuadra, los únicos sobrevivientes fueron el niño y su perro que ahora iba a la saga de su amo quien desde ese momento. Contaba que al principio tuvo mucho miedo pero que por alguna razón termino casi contento, aunque la razón la imaginamos púes según lo que contaba , su familia se armaba una parranda de proporciones bíblicas hasta caer sin sentido casi todos los días, por tanto desde que tenia memoria se ocupaba de si mismo y al final mas que una tragedia fue una liberación para él lo sucedido y así se quedo dormido abrazando a su perro hasta que esta amable señora lo encontrase en la calle sucio y mal oliente pero sonriente, después de todo lo que ha pasado esa criatura esperamos no tenga más violencia en su vida.
La reunión va creciendo en numero, algunos decían tener por lo menos una hora caminando hasta encontrar gente, la verdad es que esta reunión sin distingos de clases, nos indicaba que seguramente las victimas de este virus eran los que tenían crímenes de sangre en su haber, los depresivos que dejaron de sentir realmente que vivir no tenia sentido, a quienes después de muchos años juntos llenos de hastío y asco decidieron que tanta falsedad no tenia sentido y como homenaje a su dignidad le dieron fin a su angustia, a las mujeres que mataron a sus hijos en el vientre, a los locos pacíficos que recobraron la conciencia recordando el motivo de su mal cayeron en un frenesí depresivo que terminó con su locura y con su fugaz mejoría. Esta mañana plena de horrores que por alguna razón no lo parecían, todos estábamos con una lucidez de diafanidad extraña, ahí me entré que no había comido en todo el día pero aun realmente ni hambre tenía, seguramente ahí afuera todos han de sentir lo mismo, sin embargo nos resguardamos en casa no sin protestas por parte de mi hija quien reclamaba que no había tarea para poder jugar con los niños hasta cansarse, había olvidado a su madre y por lo visto casi toda su vida anterior, seguro son cosas del virus que a quien no ataca con muerte lo ataca de olvido selectivo, cosa que se agradece pues eso hará falta para el futuro. Al caer la noche escuché unos golpes muy fuertes en mi puerta, era mi viejo que había caminado más de treinta kilómetros para venir a pedir perdón por las faltas que pudo haber tenido con sus hijos, clamando un perdón que al final ya se le había dado hacia mucho tiempo, aun antes de este desastre, lo hice pasar con sus perros e intentaba tranquilizarlo, al final era parte de la poquísima familia que seguramente me quedaba, para tranquilizarlo recurrí a mi única debilidad ilegal y le preparé un té de manzanilla reforzado con algo de yerba muy potente de la que uso para el estrés, lo que lo debilitó y lo hizo dormir durante cuatro días y tres noches si sueños hasta que el virus lo abandonase lentamente cuan algún veneno desconocido. El resto de lo que pasó lo recuerdo muy poco, el mundo un buen día arrancó, aunque las religiones desaparecieron y la gente ubicó su espiritualidad recurriendo al instinto evitando caer en los errores del pasado, con el tiempo la gente se encontró con los familiares que sobrevivieron a la epidemia de culpas, la política y sus absurdos fue desterrada de la conciencia colectiva, el mal desapareció desde allí e imaginamos que el recuerdo de la tragedia impide que se recobre el mal humano de los bajos instintos, la naturaleza floreció.
Nació un mundo nuevo sin los males del que murió, nosotros pues nos mudamos a una montaña junto con otras familias, organizamos escuelas donde enseñamos a los hijos lo básico para luego enviarlos a la universidad, mi viejo murió rodeado de sus nietos y los perros que tanto quiso justo a los días después de mi aniversario numero seis con la que actualmente es mi compañera y madre del resto de mis hijos, hoy cuando esto escribo sintiendo cerca mi partida a otro mundo he vuelto del festejo del nacimiento de mi primer bisnieto, siento la necesidad de dejar constancia de lo vivido para las próximas generaciones.